sábado, 22 de agosto de 2015

Las dos Coreas dialogan para rebajar la tensión en la frontera

Las conversaciones comenzaban media hora después del ultimátum de Kim Jong-un para que Seúl cesara de transmitir propaganda

La batalla de la propaganda dispara la tensión entre las dos Coreas


MACARENA VIDAL LIY Pekín 22 AGO 2015 - 12:19 CEST


La razón parece haberse impuesto. Las dos Coreas han acordado reunirse en la localidad de Panmunjom, en la frontera común, desde las 18.00 horas locales (11.00 hora peninsular española). El objetivo es rebajar tensiones entre ambas, después de que los dos países quedaran en pie de guerra este viernes. La reunión ha comenzado 30 minutos después de que expirase el ultimátum que había lanzado el líder supremo norcoreano, Kim Jong-un, para que Seúl pusiera fin a las transmisiones de propaganda a través de altavoces que emite desde hace doce días, bajo amenaza de ataques.

En la reunión participan por cada país dos funcionarios de muy alto nivel. En el caso surcoreano, la delegación estará encabezada por Kim Kwan-jin, consejero de Seguridad Nacional; Pyongyang está representada por Hwan Pyong-so, considerado el “número dos” de Kim Jong-un.

Según indicó el consejero adjunto de Seguridad Nacional surcoreano, Kim Kyo-hyun, en una rueda de prensa transmitida por televisión, Corea del Norte planteó el propio viernes celebrar una reunión. Seúl respondió con una contrapropuesta para garantizar la participación de Hwan.

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La tensión entre los dos países se había elevado a unos niveles insólitos desde hacía un lustro. El jueves, ambos países habían intercambiado fuego de artillería por primera vez desde 2010. Según la versión del Ministerio de Defensa surcoreano, el norte lanzó cuatro rondas de proyectiles contra uno de los altavoces propagandísticos del sur. Seúl respondió con 29 rondas. En ninguno de los casos se produjeron víctimas o daños materiales, en una señal de que ninguna de ambas partes quería llevar el enfrentamiento demasiado lejos.

Pyongyang envió entonces un ultimátum a Seúl para que cesara las emisiones de propaganda a partir de las 10.30 hora española peninsular de hoy. Kim Jong-un dio órdenes a su Ejército para que se pusiera en pie de guerra. Corea del Sur insistía en que mantendría los altavoces en funcionamiento hasta que no reciba una disculpa de su vecino del norte. Su presidenta, Park Cheung-hye, canceló otros actos previstos en su agenda y acudió, vestida de uniforme, a visitar una base militar.

Las transmisiones de propaganda habían sido parte de la rutina diaria a ambos lados de la frontera desde el fin del conflicto civil en la península (1950-1953) que concluyó no con un tratado de paz, sino con un armisticio, lo que les mantiene técnicamente en guerra. La práctica concluyó de mutuo acuerdo en 2004, en una etapa de acercamiento entre ambos lados de la frontera que concluyó en 2010, cuando 46 marinos surcoreanos murieron en el hundimiento de un barco de guerra, un acto del que Seúl culpó a Pyongyang.

Desde entonces, las relaciones no han perdido la aspereza. Pero aunque la retórica ha alcanzado niveles muy agresivos, ambas partes han sabido mantener la prudencia suficiente como para evitar que la situación degenere en violencia.

La tensión había crecido desde comienzos de este mes. El 4 de agosto explotara una mina en la zona desmilitarizada fronteriza. Dos soldados surcoreanos resultaron heridos: uno perdió las dos piernas, el segundo, una. Seúl decidió iniciar las transmisiones de propaganda como represalia.

El nuevo episodio de tensión surgió mientras Corea del Sur y EE. UU. desarrollaban maniobras militares conjuntas, que decidieron detener temporalmente a la luz de los acontecimientos.

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