sábado, 31 de octubre de 2015

El Maratón de Nueva York pone a correr de nuevo al mundo

La meta del maratón de Nueva York, dos días antes de la carrera. / Á. SÁNCHEZ

MARATÓN DE NUEVA YORK »

Conseguir un dorsal fuera de sorteo cuesta un mínimo de 2.600 dólares

Más de 50.000 corredores, de inmigrantes a ejecutivos, se dan cita en la Gran Manzana

Paco Roncero, corazón de maratón

ÁLVARO SÁNCHEZ Nueva York 31 OCT 2015 - 16:16 CET


Si el Maratón de Nueva York fuera un país y el sudor su moneda, la desigualdad sería cosa del pasado. Mientras eso sucede, este domingo en la línea de salida de Staten Island, al sur de la ciudad, los más de 50.000 habitantes de ese Estado ficticio conformarán un inmenso mosaico social con un objetivo común: la meta situada en Central Park 42 kilómetros y 195 metros más allá.

Estos días la zona donde acaba la prueba recibe la visita de miles de corredores ávidos de conocer el lugar donde finaliza la peregrinación atlética más importante del mundo. Entre ellos está Pablo David Ruiz, ecuatoriano de 41 años que lleva 20 en Estados Unidos, donde trabaja como técnico de telecomunicaciones en el estado de Texas. Durante meses recaudó entre 40 amigos y familiares los 2.620 dólares (2.380 euros) que ha donado a una entidad de ayuda a niños de bajos recursos a cambio de su dorsal, la cantidad mínima para obtenerlo tras no resultar agraciado en el sorteo que la elevada demanda de corredores que quiere participar en el maratón obliga a realizar cada año.

Ángel Cano, ex consejero delegado del BBVA, es uno de los casi 1.000 españoles que corren la prueba

De haber sido elegido, habría pagado casi diez veces menos, 255 dólares, por su condición de residente en Estados Unidos —347 dólares es la tarifa para los de fuera—. Equipado con una chaqueta y una gorra con la bandera de su país natal, Pablo prepara la prueba desde comienzos de año: “No solo corro yo, también la gente que me ayudó”, dice con brillo en la mirada.

Junto a él estará en la línea de salida el santanderino Ángel Cano, de 54 años, uno de los 970 españoles que correrán la prueba —el año pasado la terminaron 844—. El ex consejero delegado del BBVA ha llegado durante años a reuniones del más alto nivel con el pulso pausado y las piernas cansadas tras kilométricas sesiones en la Casa de Campo, el gran pulmón de Madrid. Seis meses después de dejar el mando de uno de los mayores bancos del mundo, acompañará a su esposa en su primer intento en la distancia. “Corro Nueva York contigo”, le dijo ella en un momento difícil, solo unos minutos después de que le contara que no seguiría en el banco. Si una lesión de última hora se lo permite, será su cuarta participación en Nueva York.

La cantante Alicia Keys o el actor Ethan Hawke también estarán entre los corredores.

Una vez empiece la prueba, ninguno de ellos verá de cerca al atleta Juan Luis Barrios, de 32 años, la gran esperanza mexicana, que busca estar entre los mejores con un crono por debajo de las 2 horas 12 minutos: “Voy a estar ahí no solo por mí y por México, sino por todos los latinos”, declaraba a EL PAÍS este viernes. Barrios, que duda entre correr el 5.000 metros o el maratón en los Juegos Olímpicos de Río 2016, dice haber aprendido de los errores del pasado y en lugar de unirse a la previsiblemente frenética estampida africana, buscará marcar su propio ritmo en un segundo grupo. “Su paso es impresionante. Debo ser más precavido en esta ocasión”.

Delante planea ir el etíope Yemane Tsegay (2h 04’ 48’’ en Rotterdam 2012), plata este año en el Mundial de Pekín. De pocas palabras y ambición incontenible, también se dejaba ver en la zona de meta y comentaba que durante dos meses ha estado entrenando más de 200 kilómetros semanales a 2.300 metros de altitud, en Addis Abeba. En su primera participación en Nueva York, es junto a su compatriota Lelisa Desisa y al ganador de la edición pasada, el keniano Wilson Kipsang, un serio candidato a hacerse con los 100.000 dólares de premio al ganador. Las kenianas Mary Keitany —ganadora el pasado año—, Hela Kiprop y Carolina Rotich, y la etíope Tigist Tufa, están entre las favoritas en categoría femenina.

Todos compartirán este domingo una prueba que conoce bien Asteria Howard, de 61 años (“¿no los aparento verdad?”), boliviana de Cochabamba, diez maratones de Nueva York a sus espaldas, el último en 2003. En la tarde del viernes aguardaba el comienzo del desfile inaugural con entusiasmo y un atisbo de decepción: hay pocos bolivianos inscritos a la marcha y los integrarán en la delegación ecuatoriana, le dicen. Sonriente y habladora, Asteria llegó a la ciudad en 1995 para correr el Maratón de Nueva York y se quedó a trabajar como niñera sin papeles hasta su matrimonio con un estadounidense nueve años después. En ese periodo salía a correr a las cinco de la mañana y se convirtió, según su propia expresión, en el “banco” de su familia. Pagó con sus ahorros los estudios de varios sobrinos en Bolivia, y entre los que ayudó hay hoy un médico, un informático y un abogado. Diplomada en educación física, es la vicepresidenta del West Side Runners, un club de corredores formado solo por inmigrantes y promotora de diversas iniciativas solidarias.
Impacto económico de unos 400 millones en la ciudad

Staten Island, Brooklyn, Queens, Bronx y Manhattan. Cinco distritos por correr, más de dos millones de personas animando en las calles, un impacto económico superior a los 400 millones de dólares, hoteles llenos, la cantante Alicia Keys, el actor Ethan Hawke, el extenista James Blake, confundidos, mezclados, engullidos por la masa en movimiento, por los miles de nombres propios igualados ante el asfalto en el que este domingo sería, pese a las decepciones, lesiones, retiradas y demás imprevistos, el país más feliz del planeta. Las lágrimas que cada año se derraman junto a la meta hablan de eso. Las medallas que al día siguiente permanecen colgadas del cuello, también.

Si el Maratón de Nueva York fuera un país ya tendría abanderada. Asteria Howard, la mujer que llegó a la ciudad para correr y se quedó, emergió finalmente del mar de banderas del desfile inaugural de Central Park balanceando con energía la enseña boliviana que inicialmente se le negaba junto a cinco compatriotas. Saludando a izquierda y derecha con el orgullo de sentirse representante de algo superior, Asteria caminó entre las gradas llenas de público hacia la meta que un inmigrante ecuatoriano, un ejecutivo español, un campeón latinoamericano y un portento africano buscarán este domingo durante 42 kilómetros y 195 metros.

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