jueves, 15 de octubre de 2015

López Obrador le entrega una carta y una medalla a Francisco

López Obrador se acerca al papa Francisco en Roma. / FACEBOOK

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El excandidato presidencial y líder izquierdista mexicano celebra la visita del pontífice a México en 2016


El episcopado mexicano frenó la entrada de Francisco desde EEUU

LUIS PABLO BEAUREGARD México 15 OCT 2015 - 01:01 CEST


Una medalla de fray Bartolomé de las Casas y una carta. Estos fueron los presentes que Andrés Manuel López Obrador, líder de la izquierda mexicana, dio al papa Francisco en una audiencia general en el Vaticano. El dos veces candidato a la presidencia de México reconoció en el documento la labor de Jorge Mario Bergoglio como un pontífice “misionero, de verdad cristiano”. También celebró la visita que el Papa realizará al país el próximo año. “Su presencia en estos tiempos aciagos será de gran aliento para nuestro pueblo”, escribió.

López Obrador, que públicamente se ha declarado católico y quien prepara un nuevo asalto a la presidencia en 2018, publicó cuatro imágenes de su breve encuentro con Francisco en las redes sociales. Estiró la mano izquierda para entregar al Papa la pieza plateada con la imagen del fraile dominico defensor de los indios americanos “en el inicio de la dominación colonial”. El exmiembro del Partido de la Revolución Democrática (PRD) aplaudió la conducta consecuente de Francisco. “De allí mi profunda admiración a su persona y a su liderazgo”.

López Obrador es el fundador del Movimiento de Regeneración Nacional, cuyo acrónimo es Morena, una clara referencia a la Virgen de Guadalupe. En su carta explica de forma sucinta al Papa la plataforma con la que pretende aparecer en las boletas presidenciales en tres años. “Continuamos trabajando para… eliminar la corrupción política, que ha sido la causa principal de la desigualdad, de la pobreza y de la violencia que padecemos en México”.

La visita de López Obrador a Roma causó asombro. En 2003, cuando era jefe de Gobierno de la Ciudad de México, se ufanaba de no contar con pasaporte. Solía repetir entonces un viejo dicho priísta de que la mejor política externa era una buena política interior. En aquellos días solo se le conocían breves estancias en Estados Unidos y un viaje que hizo con su esposa, hoy fallecida, a Cuba.

Antiguos compañeros del PRD criticaron la aparición de López Obrador en la plaza de San Pedro. “Es una verdadera sorpresa”, dijo Jesús Zambrano, expresidente del partido que lo postuló en dos ocasiones a la presidencia. “Desde que yo lo conozco ha dicho… que eso de andar saliendo al extranjero es solo para los que no tienen nada que hacer, que son tours políticos de diversión”, señaló el hoy diputado.

López Obrador, originario de Tabasco, un Estado que hasta 1980 tuvo la más alta concentración de evangélicos, es un apasionado de la Historia de México. Lo refleja la carta que entregó a Francisco, en la que habla de Benedicto XV, sin mencionarlo. “Hubo un Papa que se atrevió a bendecir y reconocer al dictador (Victoriano Huerta) que ordenó asesinar al presidente Francisco I. Madero, nuestro apóstol de la democracia”, dice la misiva.

Una de sus figuras más admiradas es Benito Juárez, un presidente liberal del Siglo XIX famoso por promulgar leyes que nacionalizaron los bienes eclesiásticos. El gesto de López Obrador en Roma es particular en un país donde el PRI forjó un Estado aconfesional. En la Cámara de Diputados bromeaban que el político apareció en el Vaticano para buscar la bendición de su tercera campaña presidencial.

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