Comunidades indígenas wichi y qom malviven en los parajes míticos del Impenetrable, en la provincia argentina del Chaco
Marginados, sufren el hambre, la pobreza y enfermedades como el chagas. Son los grandes olvidados de las elecciones de hoy
Por CÉSAR G. CALERO - Paraje Techat (Argentina)
El Impenetrable es la tierra de los seres invisibles. Una selva misteriosa escondida en el norte argentino y habitada mayoritariamente por indígenas wichis y qom. Son los desheredados de Argentina, condenados a la pobreza por un sistema que los ha marginado y humillado durante décadas, relegándolos a una vida rayana en la indigencia y arrojándolos en manos de enfermedades como el chagas, la tuberculosis y la desnutrición.
En una esquina de la provincia norteña del Chaco, una de las más pobres de Argentina, se extiende este territorio boscoso de 40.000 kilómetros cuadrados apenas poblado, pretendido por las multinacionales de la soja y las empresas madereras y penetrado por las redes del narcotráfico, que anidan ya en sus entrañas. "Se está cometiendo un genocidio contra los pueblos aborígenes", denuncia Rolando Núñez bajo la luz mortecina de su despacho, ubicado en una casona de época del centro de Resistencia, la capital del Chaco. Este veterano abogado es el coordinador del Centro de Estudios Mandela, la prestigiosa organización de derechos humanos que lucha a diario contra la corrupción y el nepotismo en la provincia.
La falta de agua: el principal problema
Durante la "década ganada", expresión acuñada por el kirchnerismo, los desheredados del Impenetrable experimentaron una mejoría en sus condiciones de vida, con el aumento de planes sociales, la construcción de tres hospitales en la zona y la entrega de decenas de viviendas oficiales de cemento y ladrillo para reemplazar al tradicional ranchito, las chozas de adobe y paja que todavía predominan en los parajes (las comunidades del bosque). «Hubo mejoras hasta 2012 pero no fueron estructurales, no hay un buen funcionamiento de esos hospitales, todavía hay más ranchitos que casas y sigue sin haber agua ni luz en muchas comunidades», matiza Núñez. Sobre el terreno, Femenía corrobora esas palabras: "La falta de agua: ése es nuestro principal problema". Los pueblos indígenas son los grandes olvidados de las elecciones presidenciales que hoy se celebran en Argentina.
La familia de Femenía cuenta con un pequeño aljibe, casi siempre vacío por el escaso régimen de lluvias, y un tanque que, previo pago, llena de agua un camión cisterna cuando tiene a bien pasar por la Comunidad Qompi, donde vive el líder indígena, a pocos metros del Paraje Techat, de mayoría wichi. Allí, en el Techat, vive la familia de Jorge Palavecino, un hombre ciego que dice tener 65 años aunque aparenta muchos más: "Queríamos criar pollos y chivos pero sin agua no se puede", chapurrea el anciano en un forzado castellano mientras se espanta las moscas. A su comunidad no han llegado todavía las viviendas sociales del Gobierno. Y su choza de adobe y paja ofrece una estampa propia de siglos pasados. Los indígenas del Impenetrable se han acostumbrado a vivir de la limosna y los planes sociales. O más bien, los han acostumbrado. Sin tierra, sin trabajo y en avanzado proceso de desculturización, ¿qué otra salida les queda a estos argentinos de segunda clase?
Dependientes de las ayudas
La gran mayoría de los más de 60.000 indígenas que viven en El Impenetrable reciben alguna ayuda del Estado: una pensión, la asignación universal por hijo, el subsidio por familia numerosa... Ayudas familiares de 200 o 300 euros al mes con los que apenas pueden sobrevivir. La desnutrición aparece ocasionalmente pero la malnutrición es moneda corriente. Desde hace años pesa sobre el Gobierno provincial (el peronismo y el radicalismo se han alternado en el poder en las últimas décadas) una medida cautelar dictada por la Corte Suprema que insta a las autoridades a velar por la alimentación de los aborígenes del Impenetrable.
El kirchnerista Jorge Capitanich, gobernador saliente y ex jefe del Gabinete de Cristina Fernández de Kirchner, reniega de la medida y ha querido revocarla por todos los medios. Tras su decisión se esconde el rechazo a asumir que en esa parte del Chaco el hambre es todavía compañera de viaje de miles de personas. Un estigma que trasciende al Gobierno actual. Peronistas y radicales, tanto monta, monta tanto, han convertido El Impenetrable en un semillero de pobres. Este año murieron dos niños por desnutrición. Y otra más, Rogelia Cueller, una bebé qom, salvó la vida gracias a la voz de alarma del Centro Mandela y a la asistencia de la ONG bonaerense Ayuda del Corazón, que trabaja regularmente en la zona desde hace una década.
Pero la plaga principal en El Impenetrable tiene otro nombre: chagas, "un auténtico desastre humanitario", en palabras de Núñez. En muchos parajes del Impenetrable wichis y qom comparten sus chozas con un incómodo inquilino: la vinchuca, el insecto que transmite el mal de chagas, una enfermedad parasitaria tropical que puede provocar la muerte. Pese a los estragos de la enfermedad, no hay estadísticas oficiales sobre su incidencia. "El Impenetrable es como el triángulo de las Bermudas, todos los indicadores sociales, las estadísticas de salud, de pobreza... han desaparecido. No hay datos de nada", comenta el responsable del Centro Mandela. Y si nadie lo remedia, los seres invisibles de ese boscosotriángulo de las Bermudas del norte argentino también están destinados a desaparecer.
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