miércoles, 18 de mayo de 2016

Los «hijos» de la Revolución Cultural dirigen China 50 años después

Un vendedor echa una siesta junto a los carteles de Mao Zedong y Xi Jinping el pasado 15 de mayo. Día en que se cumplían 50 años de la Revolución Cultural china

Por PABLO M. DÍEZ - Pekín

Las principales personalidades políticas, económicas y culturales, como el presidente Xi Jinping, fueron enviados a trabajar en el campo por la campaña revolucionaria de Mao

Fueron humillados y sufrieron todo tipo de abusos hace medio siglo, cuando eran niños o adolescentes y la Revolución Cultural cortó bruscamente su educación y los envió a trabajar al campo o a las fábricas. En total, 16 millones de jóvenes fueron mandados «arriba a las montañas y abajo a los pueblos» para «remodelar» su «espíritu burgués» y «aprender las costumbres campesinas» por orden del padre fundador de la patria, el «Gran Timonel» Mao Zedong. Hoy, cuando se cumplen justo 50 años del inicio de aquella campaña revolucionaria que sumió al país en el caos durante una década, los «hijos» de la Revolución Cultural dirigen la nueva China del desarrollismo y la modernidad, que se ha abierto al capitalismo pero sigue controlada por el mismo Partido Comunista que entonces.

Al frente de la nación se halla el presidente Xi Jinping, quien tiene 62 años y padeció un destierro que marcó su carácter y cuya huella todavía recuerda. Hijo de un ministro de Mao caído en desgracia, fue obligado a desfilar con un pesado gorro metálico de burro y enviado con 13 años a Yanchuan, un paupérrimo condado de la provincia de Shaanxi, para ayudar a los campesinos a arar la tierra y extraer carbón de las minas. Además de pasar frío y hambre, vivió durante siete años en una de las cuevas que usan como casas los habitantes de dicha zona, donde aún guardan un enorme cariño por aquel chico listo de ciudad que, con el paso del tiempo, acabaría convirtiéndose en el «papá Xi», como lo ha bautizado la propaganda del régimen. «El tiempo que viví allí fue una gran formación para mí. Lo recuerdo cada vez que tengo algún problema porque nada puede ser más duro que aquello», confesó Xi Jinping en una entrevista con una revista del Partido Comunista en el año 2000.

Como él, el primer ministro Li Keqiang, de 61 años, tuvo que dejar el colegio cuando la Revolución Cultural interrumpió las clases. Tras educarse durante cinco años con un librero retirado, este hijo de un funcionario de Anhui fue enviado en 1974 a Fengyang, un condado de la misma provincia, para «servir al pueblo», donde trabajaba diez horas en el campo. Aquellos «tiempos difíciles» forjaron su carácter y le convencieron aún más de la necesidad que tiene China para seguir ahondando en sus reformas económicas con el fin de mejorar el nivel de vida de sus ciudadanos.

Pero no solo los políticos chinos de hoy fueron víctimas de la Revolución Cultural, que duró entre 1966 y 1976. Con edades comprendidas entre los 50 y 60 años, muchas otras personalidades de la vida económica y cultural se vieron obligados a dejar sus estudios y unirse a los campesinos para imbuirse de su mentalidad proletaria.

Algunos de los más adinerados magnates chinos, como el presidente del gigante químico ChemChina, Ren Jianxin, y el presidente de la marca de electrodomésticos TCL, Li Dongsheng, han hecho sus fortunas al abrazar el capitalismo tras las penurias de la Revolución Cultural. Al prestigioso cineasta Zhang Yimou le sirvió de inspiración en algunas de sus mejores películas, como «Vivir» y «Coming home». Cincuenta años después, los «hijos» de la Revolución Cultural dirigen China.

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