miércoles, 3 de agosto de 2016

En el frente contra el Estado Islámico en Libia

Varios milicianos de las fuerzas libias respaldadas por la ONU corren a refugiarse de las balas en Sirte.GORAN TOMASEVICREUTERS

Miles de milicianos avanzan sin comandante y coordinación hacia el interior de la ciudad natal de Gafadi mientras EEUU ataca objetivos desde el aire

Por LAURA J. VARO - Sirte (Libia)

El sol comienza a esconderse en línea recta hacia la izquierda de la cabeza que asoma por el pretil de la azotea. "Allí, en ese edificio, hay francotiradores", señala Faraj, de 28 años, barbita apurada y risa histriónica. El sonido de todo tipo de artillería hace imposible saber de dónde viene qué proyectil, pero el joven misratí, cuya camiseta de camuflaje parece más un chándal, se agacha y se levanta como si hiciera sentadillas en lugar de afrontar una embestida del Estado Islámico (IS, en siglas en inglés) en el frente de Hay Dollar, en Sirte.

La casa donde el miliciano hace guardia se incrusta al borde del barrio sobre el que avanzan las fuerzas supuestamente apoyadas por el Consejo Presidencial del Gobierno de Unidad Nacional (GNA, en inglés) libio, el Gabinete patrocinado por Naciones Unidas que aún se afana por asentarse en Libia. Faraj se mueve, ora a hurtadillas, ora paseando. Cambia de esquina y deja a su espalda una ristra humeante a unos 500 metros. "Una bomba", apuesta, en referencia a los cientos de dispositivos explosivos improvisados que los 'yihadistas' han plantado por toda la ciudad fantasma.

Un rato antes, en el camino hacia la casa, Ahmad, compañero de faena aún más joven, comentaba la novedad del día: una columna de humo negro que se alzaba en el horizonte norte, cerca del mar. "Puede que haya atacado un avión", adivinaba. Contesta su comandante en funciones, Mohsen Zaatam, que solo ostenta el título en la katiba (brigada) por haber cumplido los 40: "Hemos oído que quizá es América". Interrumpe Faraj, en un exabrupto: "Hoy sólo han sido (aviones) libios; lo hemos visto, han bombardeado Ouagadougou [centro internacional de conferencias donde el IS ha establecido su cuartel general]".

La razón se la lleva el líder. EEUU lanzó este lunes un ataque "de precisión" contra posiciones 'yihadistas' en Sirte a petición del GNA, según confirmó horas después el Pentágono. Es el primero de una operación que promete durar en el tiempo.

También es la primera intervención extranjera coordinada con el nuevo Gobierno que lidera el primer ministro designado Fayez Serraj. EEUU ya había atacado posiciones terroristas en Sabrata y Ajdabiya, antes del desembarco de Serraj en Trípoli y con dos Ejecutivos aún en disputa, mientras que la confirmación de la muerte de tres soldados franceses el mes pasado en Bengasi destapó la colaboración, en "misiones de inteligencia" del Ejército galo con el general rebelde Jalifa Haftar, que no reconoce la autoridad de Serraj, investido de legitimidad internacional por el Consejo de Seguridad de la ONU.

Faraj, Ahmad y Mohsen se quejan entre té y 'shisha' de la injerencia francesa y del GNA. "No luchamos al modo clásico, como un Ejército", ilustra, "no nos movemos por órdenes, sino según lo que vemos y lo que creemos que debemos hacer, la mayoría de las veces sin comandante". Así, se han movido 60 kilómetros desde que arrancó la ofensiva en mayo. En tres semanas consiguieron llegar hasta el centro de Sirte, donde los esbirros del autoproclamado califa Abu Bakr el Bagdadi se han atrincherado.

"Hace cinco días que avanzamos y retrocedemos sobre el edificio frente a nosotros porque no podemos tomarlo", explica Mohsen Zaatam, "hay combates continuamente". "Parece como si algunos de ellos (los 'yihadistas') estuviesen aún detrás", completa Faraj conforme esboza en un dibujo lo que se supone que es la línea que separa buenos y malos.

Las referencias del croquis son los olivos al pie de su posición. Más allá, los combatientes del IS han levantado un muro de arena que esconde una trinchera e impide el acceso "hasta de los tanques". Los 'yihadistas' cruzan con dos escaleras de quita y pon cada vez que salen de su escondrijo tras el hospital Ibn Sina. "Saltan para atacarnos", dice, "nosotros no podemos avanzar porque la situación es muy mala, así que intentamos rodearles".

Lejos del frente, en una de las dos latas con forma de contenedor de camión donde se coordinan las comunicaciones, inexistentes en el resto de la ciudad, el panorama pinta en 'chinchetas' de colores a la luz de una enorme pantalla de ordenador donde Mohamad Jaloni va marcando las posiciones. Azul para las amenazas, rojo para los puntos ganados unidos por una línea que delimita el perímetro seguro. Hay muchas más marcas azules que rojas. "Este plano es viejo", se excusa el grandullón, perteneciente a una 'katiba' mixta que integra combatientes de la capital, Trípoli, y otras ciudades, "tenemos la información, pero no está actualizado".

Las cuatro radios que tiene sobre la mesa chillan constantemente. "Estamos en contacto con Trípoli", dice antes de girarse y seguir trasteando la pantalla. Ninguna marca de ningún otro color señala el punto exacto donde EEUU abrió el tercer frente de guerra contra el IS.
"Misrata, Misrata, no Serraj"

Ibrahim, alias 'Bambino', dice que cuando termine de luchar en Sirte volverá al colegio. Eso es lo único que se le puede arrancar al chaval. Tiene la vergüenza de un adolescente de 15 años que solo regresa a casa, en Misrata, a unos 300 kilómetros, de vez en cuando.

"Es tan joven", bromea un compañero. Al miliciano adolescente no le gusta el apodo. En la cháchara que ameniza la sintonía de disparos, cada cual se queja de lo suyo. "Nadie nos paga", dice Faraj, conductor al borde de los 30, "yo compré mi arma y mi coche, no (el primer ministro del GNA Fayez) Serraj".

La pátina de unidad con la que el GNA había ungido la operación contra el IS en Sirte se resquebraja ante el fracaso de haber formado una verdadera fuerza nacional. "Son las mujeres de Misrata las que preparan la comida", enfatiza Faraj, "¿eso es un Ejército?".

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