CARMEN MUÑOZCMUNOZCAMOS / MADRID
Día 04/03/2012 - 12.08h
Enrique Castillo Barrantes (San José, 1945) ha viajado esta semana a Madrid para conocer a las nuevas autoridades españolas, con las que espera que la «estrecha relación de amistad y cooperación» entre los dos países sea «más fluida y abierta». A su homólogo José Manuel García-Margallo le confirmó la asistencia de la presidenta Laura Chinchilla a lacumbre iberoamericana de Cádiz.
Doctor en Derecho, ha ejercido como abogado, juez, embajador, ministro de Justicia y profesor de Criminología, Sociología Criminal y Derecho Penal en la Universidad de Costa Rica.
Castillo trasladó a García-Margallo la preocupación de Costa Rica por el conflicto con Nicaragua en el norte de la isla Portillos, territorio costarricense en la desembocadura del río San Juan (nicaragüense). Una zona de humedales junto al Caribe protegida internacionalmente. «No es una disputa limítrofe, sino que surgió por la invasión de nuestro territorio por el Gobierno sandinista», precisa el ministro. Al mes siguiente, en noviembre de 2010, Costa Rica inició un proceso contra Nicaragua en la Corte Internacional de Justicia de La Haya. En marzo de 2011 el tribunal dictó medidas provisionales. San José denuncia que después de la invasión, los nicaragüenses construyeron un canal artificial en territorio costarricense, que siempre reconocieron como tal, y ahora lo quieren convertir en la nueva frontera.
—¿Han pedido la mediación de España en este litigio?
—Somos anuentes a aceptar la mediación de cualquier país amigo siempre que Nicaragua haga un gesto de buena fe y acate las disposiciones de la Corte Internacional de Justicia, cuya competencia ha aceptado.
—¿Cuáles serán los próximos pasos del Gobierno costarricense?
—Seguir construyendo el camino rústico para patrullar la frontera en una zona no protegida hasta su conclusión y seguir defendiendo el caso ante la Corte Internacional de Justicia hasta que emita su veredicto. Si Nicaragua persiste en su desobediencia a las resoluciones de la Corte, nos veríamos obligados a acudir al Consejo de Seguridad de Naciones Unidas.
—¿Existe riesgo de escalada militar?
—Nosotros la descartamos porque no tenemos capacidad de responder en ese plano. Pero sí nos sentimos amenazados por gestos agresivos y provocadores de Nicaragua. Por eso decidimos construir un camino, para que haya vigilancia y no nos vuelvan a sorprender como en octubre de 2010.
—El canciller nicaragüense, Samuel Santos, aseguró hace poco a ABC que la actitud de su país respondía a la lucha contra el narcotráfico.
—Es un pretexto. Poco antes de la invasión, el presidente Daniel Ortega condecoró a un oficial de la Policía costarricense por su participación en el combate a las drogas.
—Santos también señaló que en reiteradas ocasiones Ortega propuso a Chinchilla que se reunieran para programar el desarrollo conjunto de la zona.
—Sí, pero nuestra respuesta ha sido que cuando obedezcan las órdenes provisionales de la Corte Internacional de Justicia.
—¿Cómo puede combatir el narcotráfico un país sin Ejército, a medio camino entre los países productores y los consumidores de droga?
—Con medios policiales, una labor de Inteligencia bien llevada y con los países involucrados en el problema. Los países centroamericanos hemos llegado a la convicción de que es un desafío que cada país no puede afrontar solo, tiene que ser un trabajo conjunto en el que haya responsabilidades compartidas pero diferenciadas entre productores, consumidores y países de tránsito.
—La secretaria de Seguridad Nacional de EE.UU., Janet Napolitano, acaba de visitar la región. ¿Coincide con las opiniones críticas que aseguran que la Casa Blanca ha fracasado en la guerra contra las drogas?
—Estados Unidos podría hacer mucho más en colaboración con los países centroamericanos, Colombia y México, para combatir el narcotráfico. Cuando hablamos de responsabilidades compartidas y diferenciadas en parte nos referimos a eso. Como el mayor consumidor de América debería tener una participación mayor.
—¿Cuál es la posición de Costa Rica en el debate relanzado por Guatemala sobre la despenalización de la droga para derrotar este flagelo?
—Todavía no tenemos claro si esa será la solución. Podría ser una ruta intermedia de una despenalización gradual o controlada. Pero es algo que tiene que ser producto de un debate serio y con una solución aprobada de forma unánime.
—¿Tiene constancia de que en su país residan capos de la droga?
—No, la información que tenemos permite descartar eso.
—¿Perdurará la alianza bolivariana ALBA, a la que pertenece Nicaragua, si Hugo Chávez desaparece de la escena política de Venezuela?
—Eso introduce un factor de incertidumbre importante, pero no podría hacer un pronóstico.
—¿Puede hacer un balance de la gestión de Laura Chinchilla, la primera mujer que llega a la Presidencia en Costa Rica (mayo 2010)?
—El balance es positivo. A punto de terminar la primera mitad de su mandato va por buen camino. Las encuestas le son favorables, tiene un 55 por ciento de respaldo. Costa Rica crece a un ritmo de un 1,5 a un 2 por ciento anual, que es moderado pero respetable en la zona. Las exportaciones y las inversiones han crecido. El balance macroeconómico es positivo. Sin embargo, tenemos tareas pendientes porque hay un déficit fiscal importante. Sobre la mesa tenemos una discusión sobre una reforma fiscal.
—¿Perciben alguna diferencia entre la política hacia Iberoamérica del actual Gobierno español respecto al anterior?
—Hay que dar tiempo, pero el espíritu de mi visita es abrir el camino para que haya una relación más fluida y más abierta, y es lo que esperamos que ocurra.
Día 04/03/2012 - 12.08h
Enrique Castillo Barrantes (San José, 1945) ha viajado esta semana a Madrid para conocer a las nuevas autoridades españolas, con las que espera que la «estrecha relación de amistad y cooperación» entre los dos países sea «más fluida y abierta». A su homólogo José Manuel García-Margallo le confirmó la asistencia de la presidenta Laura Chinchilla a lacumbre iberoamericana de Cádiz.
Doctor en Derecho, ha ejercido como abogado, juez, embajador, ministro de Justicia y profesor de Criminología, Sociología Criminal y Derecho Penal en la Universidad de Costa Rica.
Castillo trasladó a García-Margallo la preocupación de Costa Rica por el conflicto con Nicaragua en el norte de la isla Portillos, territorio costarricense en la desembocadura del río San Juan (nicaragüense). Una zona de humedales junto al Caribe protegida internacionalmente. «No es una disputa limítrofe, sino que surgió por la invasión de nuestro territorio por el Gobierno sandinista», precisa el ministro. Al mes siguiente, en noviembre de 2010, Costa Rica inició un proceso contra Nicaragua en la Corte Internacional de Justicia de La Haya. En marzo de 2011 el tribunal dictó medidas provisionales. San José denuncia que después de la invasión, los nicaragüenses construyeron un canal artificial en territorio costarricense, que siempre reconocieron como tal, y ahora lo quieren convertir en la nueva frontera.
—¿Han pedido la mediación de España en este litigio?
—Somos anuentes a aceptar la mediación de cualquier país amigo siempre que Nicaragua haga un gesto de buena fe y acate las disposiciones de la Corte Internacional de Justicia, cuya competencia ha aceptado.
—¿Cuáles serán los próximos pasos del Gobierno costarricense?
—Seguir construyendo el camino rústico para patrullar la frontera en una zona no protegida hasta su conclusión y seguir defendiendo el caso ante la Corte Internacional de Justicia hasta que emita su veredicto. Si Nicaragua persiste en su desobediencia a las resoluciones de la Corte, nos veríamos obligados a acudir al Consejo de Seguridad de Naciones Unidas.
—¿Existe riesgo de escalada militar?
—Nosotros la descartamos porque no tenemos capacidad de responder en ese plano. Pero sí nos sentimos amenazados por gestos agresivos y provocadores de Nicaragua. Por eso decidimos construir un camino, para que haya vigilancia y no nos vuelvan a sorprender como en octubre de 2010.
—El canciller nicaragüense, Samuel Santos, aseguró hace poco a ABC que la actitud de su país respondía a la lucha contra el narcotráfico.
—Es un pretexto. Poco antes de la invasión, el presidente Daniel Ortega condecoró a un oficial de la Policía costarricense por su participación en el combate a las drogas.
—Santos también señaló que en reiteradas ocasiones Ortega propuso a Chinchilla que se reunieran para programar el desarrollo conjunto de la zona.
—Sí, pero nuestra respuesta ha sido que cuando obedezcan las órdenes provisionales de la Corte Internacional de Justicia.
—¿Cómo puede combatir el narcotráfico un país sin Ejército, a medio camino entre los países productores y los consumidores de droga?
—Con medios policiales, una labor de Inteligencia bien llevada y con los países involucrados en el problema. Los países centroamericanos hemos llegado a la convicción de que es un desafío que cada país no puede afrontar solo, tiene que ser un trabajo conjunto en el que haya responsabilidades compartidas pero diferenciadas entre productores, consumidores y países de tránsito.
—La secretaria de Seguridad Nacional de EE.UU., Janet Napolitano, acaba de visitar la región. ¿Coincide con las opiniones críticas que aseguran que la Casa Blanca ha fracasado en la guerra contra las drogas?
—Estados Unidos podría hacer mucho más en colaboración con los países centroamericanos, Colombia y México, para combatir el narcotráfico. Cuando hablamos de responsabilidades compartidas y diferenciadas en parte nos referimos a eso. Como el mayor consumidor de América debería tener una participación mayor.
—¿Cuál es la posición de Costa Rica en el debate relanzado por Guatemala sobre la despenalización de la droga para derrotar este flagelo?
—Todavía no tenemos claro si esa será la solución. Podría ser una ruta intermedia de una despenalización gradual o controlada. Pero es algo que tiene que ser producto de un debate serio y con una solución aprobada de forma unánime.
—¿Tiene constancia de que en su país residan capos de la droga?
—No, la información que tenemos permite descartar eso.
—¿Perdurará la alianza bolivariana ALBA, a la que pertenece Nicaragua, si Hugo Chávez desaparece de la escena política de Venezuela?
—Eso introduce un factor de incertidumbre importante, pero no podría hacer un pronóstico.
—¿Puede hacer un balance de la gestión de Laura Chinchilla, la primera mujer que llega a la Presidencia en Costa Rica (mayo 2010)?
—El balance es positivo. A punto de terminar la primera mitad de su mandato va por buen camino. Las encuestas le son favorables, tiene un 55 por ciento de respaldo. Costa Rica crece a un ritmo de un 1,5 a un 2 por ciento anual, que es moderado pero respetable en la zona. Las exportaciones y las inversiones han crecido. El balance macroeconómico es positivo. Sin embargo, tenemos tareas pendientes porque hay un déficit fiscal importante. Sobre la mesa tenemos una discusión sobre una reforma fiscal.
—¿Perciben alguna diferencia entre la política hacia Iberoamérica del actual Gobierno español respecto al anterior?
—Hay que dar tiempo, pero el espíritu de mi visita es abrir el camino para que haya una relación más fluida y más abierta, y es lo que esperamos que ocurra.
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