sábado, 23 de junio de 2012

Donosiano

Un escritor consagrado acepta filmar un documental con un joven director de cine. Todo esto pasa en Chile, a mediados de los 70. Ésta es la historia tras Pepe Donoso, el mítico documental de Carlos Flores que se exhibirá en el Fidocs como parte de una retrospectiva dedicada al cineasta.

Por Alberto Fuguet | Escritor y cineasta

Regresar.

Regresar a Chile.

Regresar a la visibilidad.

Anunciar, mostrar, revelar, correr el famoso y acuñado tupido velo que terminó siendo la gran y maldita marca registrada del novelista José Donoso y el título de esa gran, oscura, enfermiza, premiada y autodestructiva obra de Pilar Donoso, su hija, que se suicidó un tiempo después de correr, revisar, subrayar y procesar ese espeso y pegajoso velo lleno de caspa en forma de diarios y cartas y transformarlo en acaso uno de los grandes libros del propio José Donoso.

¿Era necesario y recomendable correr ese tupido velo?

Quizás.

Ésa es una de las preguntas que asaltan (que me asaltaron) luego de ver Pepe Donoso, el notable, fresco, chascón y quizás incompleto, pero no por eso menos fascinante documental que Carlos Flores filmó a fines de 1975, cuando filmar algo político era simplemente suicida y filmar en sí era una epopeya de dementes (“se filmaba por filmar, para el futuro, quizás para captar y hacer algo… por suerte nunca he necesitado de multitudes… nunca filmé pensando en que lo vería mucha gente, filmé pensando en que quizás lo vería alguien por casualidad y podría conectar”, me cuenta ahora Carlos Flores, director de la Escuela de Cine de la Universidad de Chile). Al cineasta, que ya en esa época creía en eso que él denomina “cine de bolsillo”, se le ocurrió aprovechar que José Donoso estaba en Chile (“yo no lo había leído mucho, pero era -lejos- el novelista local más internacional, famoso, célebre por publicar en España”) y registrar su presencia.

El problema era el velo.

El mito donosiano -ya a comienzos de los setenta era un mito- hacía pensar que diría que no o que no se iba a abrir o que esto de hacer una película acerca de sí mismo podría parecerle frívolo. Donoso estaba de paso en Chile con ocasión de la muerte de su madre (“Lo terrible de la muerte de mi mamá, y supongo que será igual con la muerte de todos nosotros, es que a la semana es como si nada, como si ninguna tragedia hubiera ocurrido. La vida sigue… La muerte carece de importancia. Es un gran hueco negro en que todos caeremos y nadie nos recordará mucho tiempo después… yo ya ni recuerdo. No por eso estoy menos conmovido. Pero el estar conmovido con su muerte altera menos mi vida de lo que yo hubiera creído…”, dice Donoso en Correr el tupido velo) También estaba en plena génesis Casa de campo, novela que Donoso escribía en Cataluña, donde estaba radicado.

Carlos Flores, que era un “cabro joven, lleno de dudas” y con ganas de filmar “cosas imperfectas”, parecía ideal para esta misión: recorrer junto a Donoso un Santiago que le era más bien ajeno. “Tanto el mundo burgués de estas casas con bibliotecas y nanas y jardineros como ese Santiago de extramuros que fascinaba tanto a Pepe”, dice Flores.
El escritor “maldito” Carlos “Mono” Olivárez era parte del equipo de Carlos Flores y fue el que le dio la idea del documental e hizo el contacto. En una fiesta “de unas amigas cuicas de Donoso”, Olivárez le propuso al escritor, que ya era parte del Boom, que se podría aprovechar su estadía en Chile para “filmar algo”.

El escritor “maldito” Carlos “Mono” Olivárez era parte del equipo de Carlos Flores y fue el que le dio la idea del documental e hizo el contacto. En una fiesta “de unas amigas cuicas de Donoso”, Olivárez le propuso al escritor, que ya era parte del Boom, que se podría aprovechar su estadía en el país para “filmar algo”.

Flores pensó que, una vez más, Olivárez se había sobregirado. Donoso, el amigo de Carlos Fuentes, Vargas Llosa y García Márquez, el protegido de la poderosa agente Carmen Balcells, no iba a participar en un documental acerca de sí mismo y menos con jóvenes melenudos sin mucha experiencia. Además, no estaba en el país de vacaciones; había venido a enterrar a su madre. No era el momento, no era el contexto, no era la gente indicada.

Al día siguiente, suena el timbre en la productora.

Era José Donoso.

-¿Ustedes son los que quieren filmar algo de mí? ¿Cuándo partimos?

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