Un estudio mide gases y partículas de 10 marcas de pitillos rubios
EMILIO DE BENITO Madrid 27 SEP 2012 - 12:03 CET
¿Tomaría usted voluntariamente isopreno, crotonaldehído o tolueno? ¿Y cotinina o hidroquinona? Seguramente no, y haría bien, porque son compuestos cancerígenos. Pero sin saberlo los ingieren diariamente el 30% de españoles que fuma, ya que se encuentran en los cigarrillos, según ha comprobado un grupo de la Universidad de Alicante, que ha publicado los resultados en Food and Chemical Toxicology.
Los investigadores –que no han querido detallar el desglose por marcas- ponen la atención en que de los más de 3.000 compuestos que se inhalan con un cigarrillo, solo tres –alquitranes, nicotina y monóxido de carbono- están limitados por ley, mientras que del resto no se dice nada. Y de estos, claramente perjudiciales, hay gran variedad entre marcas.
Además, no hay una relación entre los compuestos regulados y los otros. Es decir, una persona puede haber elegido una marca pensando que es más sana porque tiene menos alquitrán, y resultar que la concentración de alguno de los otros productos es de la más alta. “No hay que asumir, por tanto, que un cigarrillo que genere más alquitranes vaya a ser más tóxico que otro que produzca menos”, apunta María Isabel Beltrán, una de las autoras del trabajo.
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El estudio, realizado mediante máquinas de fumar que recogen el humo y las partículas, también registró una gran variabilidad entre los productos regulados. “Al comparar con otros estudios se ha encontrado que el nivel de monóxido de carbono de los cigarrillos españoles es medio-alto” respecto a los de otros países.
Respecto a la nicotina, varía 0,28 a 0,61 miligramos por cigarrillo. Es decir, se puede doblar de una marca a otra, aunque dentro de los niveles legales. “Realmente la nicotina, aunque es la responsable de la adición, no es lo más peligro de los cigarrillos”, ha dicho Beltrán a la web de información científica SINC. “De los más de tres mil compuestos que lleva el tabaco hay otros mucho peores, como el cianuro de hidrógeno, el 1,3-butadieno o algunos de las familias de los aldehídos, las nitrosaminas y los fenoles”.
Los investigadores también han estudiado sistemas para reducir la inhalación de algunas de estas sustancias. Se trata de catalizadores que podrían incorporarse al tabaco para que los absorbieran. Uno de ellos, conocido como Al-MCM-41, reduce un 23% las emisiones de monóxido de carbono y más de un 40% las de nicotina. “La estructura tridimensional de este material —una arcilla con óxidos de silicio y aluminio— permite la formación de cuevas donde quedan retenidos los compuestos de cadena larga”, dice Beltrán, quien confirma que el sabor del tabaco apenas se ve afectado y que algunas grandes compañías ya han mostrado interés por la patente de este nuevo catalizador.
EMILIO DE BENITO Madrid 27 SEP 2012 - 12:03 CET
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