lunes, 8 de octubre de 2012

La batalla del lonco Curinao

La próxima semana, el presidente Piñera firmará el decreto que crea el Área de Desarrollo Indígena de Ercilla, la primera presidida por un lonco, Juan Carlos Curinao. Mientras algunos lo ven como el primer paso para la solución del conflicto mapuche, y 37 de 42 comunidades la apoyan, un grupo de radicales quemó las casas del lonco, acusándolo de "traición".

Por Nicolás Alonso, desde Ercilla

Los peñis hacen un círculosobre la tierra arrasada por el fuego. Son casi una docena y son los hombres fuertes de la Guañaco Millao, una de las comunidades mapuches más numerosas de Ercilla, con alrededor de 90 familias, ubicada en medio de la zona roja del conflicto. Esa mañana, de miradas serias y rostros perturbados, discuten cuáles serán las represalias a la afrenta más grave que han sufrido como comunidad, cuando el martes 25 una decena de presuntos mapuches radicales prendieron fuego a las dos casas del lonco Juan Carlos Curinao, autoridad ancestral de la zona, luego de expulsar a su mujer y a su hija menor. Un ultraje que, dentro de la cultura mapuche, constituye una ofensa imperdonable. Y se paga caro.

Dicen estar seguros de quiénes son los culpables: la comunidad Autónoma Temucuicui, un colectivo de mapuches mayormente jóvenes considerados de los más radicales de la lucha mapuche. Los peñis observan las maderas quemadas de las casas del lonco, que él mismo construyó completamente de madera nativa y que hoy avalúa en 80 millones, y guardan absoluto silencio. Ahora que las casas ya no existen, el terreno es la desolada imagen de un montón de trastos quemados. Al medio, las dos carpas amarillas, su nueva vivienda.

El lonco, con un semblante abatido que representa mucho más que sus 56 años, repite lo mismo una y otra vez, frente a hombres de rostro incendiado: “Nehuén (fuerza) peñis, hay que salir adelante. Vamos a ir muy duro contra esta gente. Ahora hay que ser fuertes, nuestros pensamientos no pueden cambiar por unos pocos violentos”.

En circunstancias normales, la “justicia mapuche” -que significaría, como mínimo, expulsar del territorio a los atacantes- correría inmediatamente, y eso es lo que exigen los miembros de la comunidad. Pero si ahora Curinao -una autoridad históricamente del ala dura del conflicto, vocero de la huelga de hambre de la Coordinadora Arauco Malleco en 2010, y con decenas de tomas de fundos encima- pide calma, es porque está convencido de que lo que está en juego es importante.

“En la historia, el pueblo mapuche siempre parlamentó. Todos los loncos dialogaron con distintos gobiernos, y yo tengo derecho a hacerlo”, dice Curinao, quien fue elegido presidente de la ADI por los demás loncos. “Lo de esta gente no es lucha. Aquí se les perdió el camino hace tiempo. Esto es vandalismo”.

Lo que podría perderse con una rencilla entre comunidades es la propuesta que el gobierno les extendió a las comunidades mapuches de Ercilla y que 37 de éstas, de un total de 42, firmaron el 29 de agosto: la conformación de un Área de Desarrollo Indígena (ADI) en la zona, compuesta por la mitad de mapuches y mitad de autoridades de gobierno, y presidida por el lonco Juan Carlos Curinao. Un organismo contemplado en la Ley Indígena que a partir de la próxima semana, cuando el gobierno la promulgue con un decreto supremo, decidirá las políticas públicas dentro del territorio mapuche.

Pero la propuesta, que cuenta con el respaldo del 90% de las familias mapuches de Ercilla -en total, viven unos 4.300 nativos en la zona-, le ha significado a Curinao ser acusado de “vendido” por algunas de las comunidades que se mantuvieron al margen, entre ellas la Autónoma de Temucuicui, de donde él dice haber recibido amenazas previas al atentado, instándolo a que cancelara cualquier diálogo.

“En la historia, el pueblo mapuche siempre parlamentó. Todos los loncos dialogaron con distintos gobiernos, y yo tengo derecho a hacerlo. Tenemos que tender puentes”, dice Curinao, quien fue elegido presidente de la ADI por los demás loncos. “Lo de esta gente no es lucha. Aquí se les perdió el camino hace tiempo. Esto es vandalismo”.

Dice esas cosas, pero sabe que no le será fácil mantener tranquila a su gente frente a una ofensa que por ser él una autoridad tradicional, adquiere tintes casi religiosos. Menos cuando recuerda el momento en que se bajó de su camioneta luego de asistir a la inauguración de un centro médico en Ercilla, en la cual hubo protestas de jóvenes mapuches contra la ADI, y vio a su mujer y a su hija llorando en el suelo, con sus casas en llamas de fondo.

Cuando recuerda eso se le quiebra la voz y dice que también la culpa fue suya. No entiende por qué no hizo caso a los signos que en los días previos pudo leer en sueños.

La vía chilena

La idea de la ADI, dicen en el gobierno, surgió cuando se dieron cuenta de que estaban enfocando mal el conflicto. Reconocen que hasta hace poco lo habían visto como un problema de seguridad y pobreza, sin entender la dimensión cultural. Pero luego de dos años de fallidas políticas públicas entendieron que así no lograrían cesar la violencia en Ercilla. La creación de una ADI, como las que actualmente existen con escasos resultados en Bío- Bío, en Lago Budi y en Atacama, entre otras, apareció como la alternativa más lógica. Sin embargo, sabían que para que funcionara en Ercilla, la zona más violenta del conflicto, tendría que haber garantías diferentes.

Las conversaciones secretas con las comunidades empezaron en enero, pero se les dio urgencia luego del asesinato en Ercilla del sargento Hugo Albornoz, en abril de este año. Luego de llegar a algunos primeros puntos de acuerdo, la propuesta de una ADI en Ercilla se hizo en la cuenta pública del último 21 de mayo. Entonces comenzó un proceso de autoconvocatorias de las comunidades indígenas, quienes luego de 15 reuniones le entregaron al gobernador, Eric Baumann, una contrapropuesta. Ésta decía que 31 comunidades mapuches -luego se unirían otras seis- aceptaban ser parte de la ADI, siempre y cuando, a diferencia de las otras existentes, en ésta el presidente fuera un lonco, Juan Carlos Curinao. El gobierno aceptó.

“El gobierno quiere zanjar quiénes son los buenos y quiénes los malos, y no se da cuenta de que pueden estar hipotecando la convivencia a futuro en un territorio”, asegura el sacerdote jesuita Fernando Díaz. “Convierten a Curinao en un botín del conflicto. Curinao es la víctima sacrificial, que va a pagar las culpas de todos cuando las cosas no resulten”.

Dentro del Ministerio de Desarrollo Social ven este acuerdo como un primer paso histórico. “El ADI es la vía chilena hacia la solución del conflicto en La Araucanía, así como Australia, Nueva Zelanda y Canadá encontraron su camino”, dice el ministro Joaquín Lavín. “Permite que las comunidades se sienten y decidan conjuntamente con el gobierno las políticas públicas. Tiene que ver con que los mapuches se sientan protagonistas de su propio desarrollo”.

A partir de la próxima semana, la mesa de la ADI quedará conformada por cinco autoridades mapuches -entre ellas el militante PC Domingo Marileo-, 17 representantes de las comunidades, e igual número de autoridades de gobierno, mayormente Seremis. Se conformarán cuatro mesas de trabajo: tierra y agua; educación y cultura; desarrollo, y salud, las cuales trabajarán en una sede en la ciudad de Ercilla. La contraparte de Curinao en la mesa será el gobernador Baumann.

Entre las medidas que ya están negociadas con los indígenas está la entrega de 800 hectáreas de tierra antes de fin de año, asesoría técnica e inversión en emprendimientos, aparte de un programa para que cinco mil mapuches terminen cuarto medio de aquí a 2013. Según Curinao, también se ha hablado de 4 mil millones de pesos en presupuesto para compra de tierras mapuches a futuro, y de becas para estudios universitarios y un liceo de excelencia.

Además, ya se está trabajando para crear otra ADI similar en la zona de Arauco, la segunda en la escala de conflictos. Si ambas logran consolidarse, el gobierno está debatiendo la creación de un gran parlamento mapuche, y cupos para concejales mapuches en la zona. Jorge Retamal, director de Conadi, asegura que este es el nacimiento de una nueva forma de trabajo con los indígenas. “Acá han aparecido muchas comunidades que jamás fueron escuchadas, porque sólo se escuchaba a las más radicales. Hemos cambiado el paradigma: en vez de dividir estamos llamando a trabajar a todos juntos”, asegura. “Es gente que no tenía voz, y que estaba desde hace años esperando una solución. Los más radicales quedan fuera de todo esto”.

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