El rehén francés, Denis Allex, secuestrado por Al Shabab, suplica en un vídeo su liberación
La milicia islamista Al Shabab muestra sus acciones terroristas en vivo y en directo, sin decoro ni pudor, a través de las redes sociales las 24 horas del día. Secuestrados que imploran por su vida, ejecuciones de rehenes…
EDUARDO S. MOLANO@EDUARDOSMOLANO / CORRESPONSAL EN NAIROBI - Día 15/02/2013 - 02.49h
Esta madrugada expiraba el plazo de tres semanas otorgado por la milicia islamista somalí Al Shabab para la ejecución de seis ciudadanos kenianos en su poder, si no se cumplían las demandas del grupo armado.
«El Gobierno de Kenia debe liberar a todos los reclusos musulmanes detenidos por los llamados cargos de terrorismo», así como «a todos los extraditados en Uganda en un plazo de tres semanas. Después del final de este periodo, los "kuffar" (término para referirse a los infieles) serán ejecutados», aseguró la milicia en un vídeo-comunicado el pasado 22 de enero. En él, se observaba a dos de los prisioneros implorando por su vida.
«El ultimátum sobre los rehenes expira el próximo 14 de febrero. El reloj está en marcha», precisó el grupo armado.
Solo una semana antes del comunicado, los islamistas somalíes ya habían anunciado la ejecución del prisionero francés Denis Allex, secuestrado en 2009.
Por entonces, la organización aseguraba haber «tomado esta sentencia después de tres años de intentos exhaustivos de negociaciones», en los que el Gobierno francés demostró «ser desleal, traicionando no sólo a Al Shabab, sino también a su agente».
Sin embargo, los últimos llamamientos públicos realizados por la milicia son considerados por los expertos un cambio de tendencia.
«Desde el chantaje de Argelia (a mediados de enero, simpatizantes de Al Qaida asaltaban una planta de gas cerca de la frontera con Libia), los grupos terroristas de la región han cambiado sus métodos operativos. Ahora son más partidarios de acciones rápidas, efectistas y donde la opinión pública esté implicada», aseguran a ABC fuentes de Inteligencia del Ejército keniano.
No resulta extraño, por tanto, que entre las amenazas de los insurgentes somalíes y la fallida operación en Argelia apenas pasara una semana.
¿El motivo? Político
Como recuerda el analista somalí Abdullahi Nur, antes, en los secuestros protagonizados en el Cuerno de África (ligados, en su mayoría, a la piratería) el interés era solo económico, por lo que el caso se podía dilatar en el tiempo a la espera de una mejor «oferta» (el periodo medio por secuestro se aproxima a los seis meses). Sin embargo, las acciones vinculadas al terrorismo islámico buscan tanto el castigo inmediato, como el beneficio político.
«Mantener a un secuestrado es caro, sobre todo, por motivos de seguridad. Si los islamistas quieren beneficiarse de una captura, es necesario que el caso alcance la mayor notoriedad posible en el menor tiempo. Después, muchos de los reos, más aún si son de países no occidentales, resultan inservibles», recuerda Nur.
La guerra del «microblogging»
En este sentido, en los últimos tres años, Al Kataib (considerado el gabinete de Prensa del grupo rebelde) se ha convertido en imprescindible, al relatar casi a diario las andanzas del grupo terrorista.
De igual modo, especialmente notable resulta el caso de la cuenta de Twitter de la milicia somalí, suspendida hace unas semanas, aunque reabierta a posteriori bajo otra identidad.
El origen de su relación con el servicio «microblogging» por parte de Al Shabab se remonta a diciembre de 2011, tan solo dos meses después de que tropas del Ejército de Kenia se adentraran 100 kilómetros en Somalia, como medida de castigo a los últimos secuestros de extranjeros protagonizados en la frontera. Acciones cuya autoría, sin embargo, negaba el grupo rebelde.
Acciones, que paradójicamente ahora son relatadas al minuto y sin decoro alguno.
EDUARDO S. MOLANO@EDUARDOSMOLANO / CORRESPONSAL EN NAIROBI - Día 15/02/2013 - 02.49h
Esta madrugada expiraba el plazo de tres semanas otorgado por la milicia islamista somalí Al Shabab para la ejecución de seis ciudadanos kenianos en su poder, si no se cumplían las demandas del grupo armado.
«El Gobierno de Kenia debe liberar a todos los reclusos musulmanes detenidos por los llamados cargos de terrorismo», así como «a todos los extraditados en Uganda en un plazo de tres semanas. Después del final de este periodo, los "kuffar" (término para referirse a los infieles) serán ejecutados», aseguró la milicia en un vídeo-comunicado el pasado 22 de enero. En él, se observaba a dos de los prisioneros implorando por su vida.
«El ultimátum sobre los rehenes expira el próximo 14 de febrero. El reloj está en marcha», precisó el grupo armado.
Solo una semana antes del comunicado, los islamistas somalíes ya habían anunciado la ejecución del prisionero francés Denis Allex, secuestrado en 2009.
Por entonces, la organización aseguraba haber «tomado esta sentencia después de tres años de intentos exhaustivos de negociaciones», en los que el Gobierno francés demostró «ser desleal, traicionando no sólo a Al Shabab, sino también a su agente».
Sin embargo, los últimos llamamientos públicos realizados por la milicia son considerados por los expertos un cambio de tendencia.
«Desde el chantaje de Argelia (a mediados de enero, simpatizantes de Al Qaida asaltaban una planta de gas cerca de la frontera con Libia), los grupos terroristas de la región han cambiado sus métodos operativos. Ahora son más partidarios de acciones rápidas, efectistas y donde la opinión pública esté implicada», aseguran a ABC fuentes de Inteligencia del Ejército keniano.
No resulta extraño, por tanto, que entre las amenazas de los insurgentes somalíes y la fallida operación en Argelia apenas pasara una semana.
¿El motivo? Político
Como recuerda el analista somalí Abdullahi Nur, antes, en los secuestros protagonizados en el Cuerno de África (ligados, en su mayoría, a la piratería) el interés era solo económico, por lo que el caso se podía dilatar en el tiempo a la espera de una mejor «oferta» (el periodo medio por secuestro se aproxima a los seis meses). Sin embargo, las acciones vinculadas al terrorismo islámico buscan tanto el castigo inmediato, como el beneficio político.
«Mantener a un secuestrado es caro, sobre todo, por motivos de seguridad. Si los islamistas quieren beneficiarse de una captura, es necesario que el caso alcance la mayor notoriedad posible en el menor tiempo. Después, muchos de los reos, más aún si son de países no occidentales, resultan inservibles», recuerda Nur.
La guerra del «microblogging»
En este sentido, en los últimos tres años, Al Kataib (considerado el gabinete de Prensa del grupo rebelde) se ha convertido en imprescindible, al relatar casi a diario las andanzas del grupo terrorista.
De igual modo, especialmente notable resulta el caso de la cuenta de Twitter de la milicia somalí, suspendida hace unas semanas, aunque reabierta a posteriori bajo otra identidad.
El origen de su relación con el servicio «microblogging» por parte de Al Shabab se remonta a diciembre de 2011, tan solo dos meses después de que tropas del Ejército de Kenia se adentraran 100 kilómetros en Somalia, como medida de castigo a los últimos secuestros de extranjeros protagonizados en la frontera. Acciones cuya autoría, sin embargo, negaba el grupo rebelde.
Acciones, que paradójicamente ahora son relatadas al minuto y sin decoro alguno.
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