El presidente de Guatemala, Otto Pérez Molina, durante la entrevista este jueves en Madrid
Entrevista al presidente de Guatemala, Otto Pérez Molina, durante su visita oficial a España
CARMEN MUÑOZCMUNOZCAMOS / MADRID
Día 15/02/2013 - 02.47h
Otto Pérez Molina (Ciudad de Guatemala, 1950) es el primer militar que ha llegado al poder en su país en una democracia a la que ha defendido siempre a capa y espada. Dirigió al grupo de oficiales que se opuso en 1982 al golpe del general Efraín Ríos Montt, que en agosto será juzgado por genocidio y delitos de lesa humanidad. Como militar de prestigio, Pérez Molina representó al Ejército en la firma de los acuerdos de paz en 1996 tras 36 años de lucha fratricida.
Con un 70 por ciento de popularidad a trece meses del comienzo de su mandato y un crecimiento económico del 3 por ciento, presenta a Guatemala como un «país previsible» que lucha con decisión contra el flagelo del narcotráfico. Pese a la reducción de los homicidios, el país centroamericano sigue siendo uno de los más violentos del mundo: cerró 2012 con 5.174 asesinatos, un 8,9 por ciento menos que en 2011, según datos oficiales.
El presidente guatemalteco ha sido recibido por el Rey y por Mariano Rajoy, y se ha reunido con empresarios españoles. Este sábado será recibido por Benedicto XVI en la última audiencia a un jefe de Estado de su pontificado.
—¿Achaca la violencia que azota a Guatemala al consumo de droga en Estados Unidos y Europa?
—Parte de la violencia sí, a la producción en países como Colombia y al consumo en Estados Unidos y los países más desarrollados de la Unión Europea. Un cuarenta por ciento de los hechos delictivos que se cometen en nuestro país están vinculados al narcotráfico.
«No puede convertirse en narcoestado porque es país de tránsito»—¿La despenalización de la droga que usted lidera será suficiente para frenar la criminalidad y evitar que Guatemala se convierta en un narcoestado?
—Buscamos una ruta diferente a la que hemos seguido durante cincuenta años y que no ha dado resultados. No solo en Guatemala, sino en toda la región y el mundo entero. Tenemos que explorar otras alternativas que nos permitan ser más eficientes en la lucha contra el narcotráfico. Guatemala no puede convertirse en un narcoestado porque es un país de tránsito, no productor ni consumidor. Pero ese tránsito nos deja violencia, inseguridad y problemas colaterales. Estamos haciendo nuestro mejor esfuerzo para seguir combatiendo, para también llamamos al diálogo y a explorar alternativas como la regulación de la droga.
—¿Está encontrando menos rechazo a esta propuesta?
—En la medida en que fue avanzando, la propuesta fue calando y ganando más adeptos. La llevamos a la Cumbre de las Américas y a Naciones Unidas, donde se pidió la revisión de la comisión única sobre estupefacientes, y esperamos que antes de 2015 sea conocida. Esto obligaría a adoptar otras políticas y otras rutas para combatir el narcotráfico.
—¿Qué medidas está tomando su Gobierno para evitar la filtración del narco en el Poder Judicial y para fortalecer a unas fuerzas de seguridad débiles?
—Se ha ido fortaleciendo poco a poco el Ministerio Público (fiscalía) y el organismo judicial. No solo en recursos materiales, sino humanos. Hoy estamos viendo casos paradigmáticos que se están llevando ante la Justicia, como el exjefe de Estado Efraín Ríos Montt, que ya tiene fijada fecha de juicio. Esto hace veinte años era impensable. Tenemos además al expresidente Alfonso Portillo detenido y Estados Unidos reclama su extradición (por lavado de dinero). Poco a poco estamos avanzando en la lucha por la Justicia y en contra de la impunidad. En cuanto a las fuerzas de seguridad, estamos haciendo un esfuerzo grande para tener una Policía más profesional: 3.100 agentes se graduaron en 2012; 4.500 esperamos que lo hagan este año y entre 2014 y 2015 queremos llegar a 15.000 agentes más.
—El juicio que comenzará el 14 de agosto contra el exdictador Ríos Montt ¿es una prueba a la madurez democrática de Guatemala?
—Sí, es un signo de que las cosas están cambiando en Guatemala. No esperamos nada personal contra el general, sino que haya justicia y que no se tome partido ni hacia un lado ni hacia otro.
«No hubo un genocidio sino abusos y excesos»—¿Se llegará hasta el final en las acusaciones de genocidio contra Ríos Montt?
—Respetaré lo que digan los tribunales y la Corte Suprema. Mi punto de vista es que en Guatemala no se cometió genocidio. Están señalando a la región ixil y en el Ejército había soldados e incluso oficiales de ese origen. Es inconsistente decir que hubo un exterminio por pertenecer a una raza, en Guatemala hubo un enfrentamiento de tipo ideológico que produjo el conflicto armado. Sí hubo abusos y excesos innegables, y esos son los que deben ser juzgados. Por eso debería ser juzgado el general Ríos y no necesariamente por el delito de genocidio.
—Hay sectores que sostienen que los derechos humanos siguen siendo una asignatura pendiente en su país.
—Ha habido un avance importante en este terreno. Las violaciones a los derechos humanos donde hay responsabilidad del Estado están superadas, si se dan son hechos aislados, que tampoco estamos negando. El Estado vela, respeta y tiene vocación para defender los derechos humanos de los guatemaltecos.
—¿Cuál ha sido su mensaje para captar inversiones españolas en el sector de la energía y las infraestructuras, con vista a su proyecto de canal «seco» entre los dos océanos?
—Guatemala fue clasificada el año pasado como una economía emergente. Nuestro Gobierno está haciendo un país previsible, estamos luchando muchísimo para que sea más seguro y dé garantías a las inversiones. Los índices macroeconómicos son muy buenos. Somos el segundo país menos endeudado de Latinoamérica, después de Chile. Es una oportunidad que no solo va a llegar a los quince millones de guatemaltecos sino que estamos en el corazón de Mesoamérica.
—Hace veintidós años que un presidente de Guatemala no visitaba oficialmente España. ¿Cómo son las relaciones bilaterales?
—Las relaciones están pasando por uno de sus mejores momentos. A pesar de los problemas de la economía española y de que no vino ningún presidente guatemalteco, las relaciones siempre han sido siempre muy buenas.
—Será el último jefe de Estado al que recibirá Benedicto XVI en su papado. ¿Qué le transmitirá?
— El mensaje es agradecerle el honor que me da el Papa a pocos días de su retirada. Le agradeceré además en nombre de todos los guatemaltecos su dedicación y valentía, así como esa decisión tan difícil que tomó. Lo ha hecho con una gran seriedad y responsabilidad.
—¿Hugo Chávez debería seguir el ejemplo del Pontífice alemán?
—Somos respetuosos con las leyes de cada país. El presidente de Venezuela creo que tiene un permiso de hasta seis meses para estar fuera del poder. No hemos sabido sobre su salud, todo lo que nos han dicho es que se está recuperando.
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