El exdictador había sido sentenciado a 80 años de cárcel por genocidio y crímenes contra la humanidad.
Condenado a 80 años de prisión el exdictador de Guatemala Ríos Montt
JOSÉ ELÍAS Guatemala 21 MAY 2013 - 04:00 CET
Como muchos sectores temían, el Tribunal Constitucional de Guatemala decidió la noche de este lunes anular el juicio había condenado al exdictador Efraín Ríos Montt a 80 años de prisión por genocidio y delitos de lesa humanidad. Tras una sesión maratónica, los magistrados llegaron a una decisión dividida, con tres votos favorables para Ríos y dos en contra.
Los magistrados cedieron a las presiones de los poderes fácticos, en esta ocasión representados por la Asociación de Veteranos militares de Guatemala (Avemilgua), que llegó a amenazar con movilizar hasta 50.000 paramilitares de las tenebrosa Patrullas de Autodefensa Civil (PAC) y de la todopoderosa patronal, aglutinada en el Comité Coordinador de Asociaciones Comerciales, Industriales y Financieras (Cacif).
Poderes que, en esta ocasión, jugaron sus cartas a plena luz del día. Por una parte, la Asociación de Veteranos Militares de Guatemala (Avemilgua), amenazó con marchar sobre la capital y paralizar el país a base de bloquear las principales vías de comunicación hasta lograr la liberación del viejo caudillo.
Por su parte, la patronal respondió a la condena con un comunicado en espacios comprados en la prensa, la radio y la televisión, donde rechaza, absolutamente, la existencia de un genocidio en Guatemala.
La reacción de los militares era absolutamente previsible: hasta la restauración de la democracia, en 1985, fueron formados bajo una disciplina inspirada en la obediencia ciega, tan propia de los ejércitos habituados al intervencionismo -la historia de "Guatemala está plagada de golpes de Estado- y a no rendir nunca cuentas a nadie. Sin embargo, el pronunciamiento empresarial sólo se explica, en palabras del historiador José Cal, “porque tradicionalmente el Ejército ha estado al servicio del gran capital”. Añade que su postura también evidencia que la represión fue financiada, desde siempre, por el empresariado." EL EDITOR.
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