viernes, 13 de febrero de 2015

Obama quiere aliarse con Silicon Valley

Barack Obama saluda a un niño en el aeropuerto de San Francisco. / BEN MARGOT (AP)

El presidente de EEUU, que participa en una jornada de ciberseguridad en Stanford, busca reconciliarse con el poder tecnológico

ROSA JIMÉNEZ CANO San Francisco 13 FEB 2015 - 14:11 CET


Steve Jobs a su izquierda, Mark Zuckerberg a la derecha del presidente Obama. El resto de comensales, máximos directivos de las empresas de Silicon Valley. Era febrero de 2011, la salud del mago de Apple era delicada, pero se sintió con fuerzas para arropar a un presidente que había apostado por el sector tecnológico.

Cuatro años después el mandatario vuelve a la cuna de la innovación, pero la relación es muy distinta. Empezando por el motivo que le trae, una conferencia de ciberseguridad en Stanford, la universidad privada más prestigiosa de la costa Oeste. Y continuando por notables ausencias: no estarán ni los consejeros delegados ni los fundadores de Yahoo, Google y Facebook. Solo Tim Cook, sucesor de Steve Jobs en Apple. Tanto Mark Zuckerberg como Marissa Mayer, de Yahoo, están entre los invitados ausentes. Una muestra más de las tensiones entre la Casa Blanca y los líderes tecnológicos.

Eric Schultz, portavoz adjunto de la Casa Blanca, ha tratado de quitar importancia a las ausencias: "Sé que cada empresa envía a distintos representantes pero estamos contentos con su participación". En paralelo, el presidente ha propuesto al Congreso una ley que invite al sector privado a compartir información sobre amenazas con el Gobierno a cambio de cierta protección legal para las empresas.

Los viajes del presidente a Silicon Valley no son una novedad, este hace el número 20 desde que llegó al poder.

Atrás quedan los tiempos en que la bahía de San Francisco era el granero de talentos para su equipo. El último fichaje, en septiembre del año pasado, fue Megan Smith en calidad de directora técnica de su Gabinete. La veterana a los mandos de los laboratorios de Google dejó caer a los pocos meses de llegar a Washington que la labor era más complicada de lo esperado, empezando por los equipos que le obligaban a usar.

Obama confió en algunos de los primeros empleados de Facebook cuando era candidato a la presidencia en 2008 y reclutó para su causa a Chris Hughes, cofundador de Facebook. Aquel chico que durante tres años había ejercido como jefe de producto y portavoz de la red social, puso los pilares para la construcción del ejército de voluntarios que se sumaron en My.BarackObama.com, una página que hoy apunta a la oficial del presidente pero no muestra aquella incipiente red social. Antes de su segundo mandato hubo una nueva ronda de fichajes. Superada la moda de lo social, llegó la de la cocina de datos. Las afinidades por barrios y amigos comunes dejaban paso a gustos más sutiles presentando propuestas a medida para conseguir el voto.

Con este panorama de desencuentro, se espera a un presidente conciliador, dispuesto a escuchar y contar con aliados para promulgar una acción ejecutiva, cuyo efecto es similar a los decretos en España, sobre cifrado de datos. La intención es que mejore el intercambio de información sobre posibles amenazas entre las empresas y el Gobierno. El reciente ataque a Sony es el mejor argumento para Obama. El malestar generado entre los consumidores y la desconfianza hacia las tecnológicas tras desvelarse el acceso a datos de la NSA es el mayor impedimento para ganarse apoyos y simpatías.

Que Cook se encuentre entre los que sí asistirán no es casual. Sus últimos modelos de móvil, iPhone 6 y 6 Plus, bloquean el acceso a la información que contienen en caso de pérdida o robo de manera automática. Una ventaja para el consumidor; un impedimento para los investigadores. También ha confirmado su participación Joe Demarest Jr, subdirector del FBI.

Los viajes del presidente a Silicon Valley no son una novedad. Este hace el número veinte desde que llegó al poder. Son frecuentes no solo para recaudar fondos para su partido, sino para escuchar sugerencias sobre sus medidas para reformar el sistema de inmigración, un punto en el que está especialmente implicado Facebook. La cantidad de visados que cada año se otorgan a profesionales cualificados se queda corta para los cupos que necesitan las grandes firmas. Zuckerberg tiene más de mil vacantes abiertas, especialmente perfiles técnicos específicos y muy demandados que se entrevistan en origen y muchas veces terminan por trabajar a distancia, en el mejor de los casos, por no conseguir el permiso.

La tibieza con que finalmente se ha movido el presidente ha generado gran decepción. También entre muchos de los empleados extranjeros que afrontan un problema adicional: a pesar de estar bien pagados, sus esposas no pueden trabajar.

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