Ablas saluda a la multitd en Ramala este domingo tras regresar de Nueva York
Abás es recibido como un héroe en Ramala a su regreso de Nueva York, donde la ONU les aceptó como estado observador
MIKEL AYESTARAN / ENVIADO ESPECIAL A GAZA
Día 03/12/2012 - 03.35h
Mahmoud Abás regresó de Nueva York y tuvo bienvenidas muy distintas a los dos lados del muro. Miles de seguidores esperaron durante horas a las puertas de la ‘muqata’ (sede presidencial) de Ramala para vitorear a un líder cuyas primeras palabras a la multitud fueron: “Por fin tenemos un estado”. Después de vivir los últimos meses a la sombra de Hamás –que en octubre logró un canje de un millar presos por el soldado Gilad Shalit, y hace una semana desafió a Israel durante la operación ‘Pilar defensivo’- el presidente se dio un baño de multitudes gracias a su decisión de llevar ante la ONU la solicitud de convertir Palestina en un “estado observador no miembro”. Abás destacó que “tenemos el apoyo de mundo” ante un público entregado al que dejó muy claro que la prioridad antes de adoptar nuevas medidas es “lograr la reconciliación nacional” entre las distintas facciones palestinas.
Pero al otro lado del muro la cosa fue distinta. En apenas 48 horas Israel ha respondido al nuevo estado palestino adelantado el plan de construir 3.000 nuevas viviendas más allá de la "Línea verde", la frontera reconocida internacionalmente de Cisjordania desde 1967, y nada más llegar Mahmud Abás, el ministro de Economía, Yuval Steinitz, anunció la no transferencia al gobierno palestino de 460 millones de sheckels (98,8 millones de euros al cambio). "No pienso transferir el dinero este mes, lo utilizaré para pagar las deudas que la Autoridad Nacional Palestina (ANP) ha contraído con la empresa de electricidad de Israel”, declaró el Steinitz en la reunión semanal del Consejo de Ministros, según recogió el medio digital "Ynet".
Expansión colonial
Aunque los dirigentes judíos califican el nuevo estatus palestino de “simbólico” han reaccionado rápidamente reforzando su política de expansión colonial y jugando la carta de la presión económica. Esta congelación en la transferencia del dinero recaudado es una estrategia habitual y el martes pasado, según los medios locales, las autoridades israelíes transfirieron 200 millones de sheckels (40 millones de euros al cambio), que fueron básicos para poder pagar las nóminas de los funcionarios de Cisjordania. Una especie de palo y zanahoria que está en su mano ya que los Acuerdos de Oslo (1993) fijaron que la Hacienda israelí recaudaría todos los meses las tasas y aranceles aduaneros de los productos que entran al territorio palestino bajo su control. Los palestinos sabían que Israel iba a aplicar este castigo tras la votación de Nueva York y esperan contar con la ayuda de los miembros de la Liga Árabe para hacer frente a los efectos de la medida.
Poco importa el malestar de Estados Unidos ante el anuncio de las nuevas viviendas en las colonias o las resoluciones emitidas por la ONU hasta el momento contra los asentamientos en Cisjordania ya que "hoy estamos construyendo y seguiremos construyendo en Jerusalén y en todas las zonas que están en el mapa de los intereses estratégicos del Estado de Israel", fue el mensaje del primer ministro Benjamin Netanyahu. Su gabinete rechazó la decisión de la ONU y defendió "el derecho natural, histórico y legal del pueblo judío a su tierra y a su capital eterna, Jerusalén".
En Gaza la llegada de Abás pasó desapercibida. Las calles de la franja están engalanadas con banderas verdes de Hamás, que esta semana cumple 25 años, y grandes carteles en los que se da las gracias a Irán por el apoyo militar prestado durante la reciente guerra. Los líderes del grupo fundamentalistas dieron su apoyo público al plan del presidente en lo que se ha interpretado como un paso hacia la reconciliación nacional, pero es toda una incógnita saber la forma en la que van a poder convivir las estrategias antagónicas de Hamás y Mahmoud Abás.
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