miércoles, 20 de febrero de 2013

Las armas de Libia, claves para el secuestro de occidentales en Nigeria

LUIS DE VEGA
Arsenal de las tropas de Gadafi en la ciudad de Ajdabiya que cayó en manos de los rebeldes a principios de 2011

Los expertos denuncian que este conflicto ha servido de retroalimentación a las milicias terroristas que operan en la región

EDUARDO S. MOLANO@EDUARDOSMOLANO / CORRESPONSAL EN NAIROBI
Día 20/02/2013 - 02.28h

La reciente oleada de secuestros llevada a cabo en los límites transfronterizos del norte de Nigeria vuelve a reabrir la caja de Pandora del armamento regional.

El pasado fin de semana siete trabajadores extranjeros de la empresa de construcción libanesa Setraco eran capturados en el Estado de Bauchi, mientras que este martes siete ciudadanos franceses sufrían un asalto en la localidad camerunesa de Dadanga, eso sí, a apenas a diez kilómetros de la región nigeriana de Borno.

«La mayoría de estos grupos se están sirviendo de las armas heredadas por el conflicto de Libia», reconoce a ABC el imán Hussein Zakaria, uno de los principales líderes religiosos locales.

No en vano, la autoría del primer ataque fue rápidamente asumida por la milicia islamista Ansaru, facción generada el pasado verano por exmiembros de Boko Haram, aunque del segundo secuestro todavía se desconocen responsabilidades.

A diferencia de su «grupo madre», la milicia Ansaru ya había manifestado de forma pública su intención de extender la lucha armada más allá de las fronteras de Nigeria.

«Boko Haram es una organización más anárquica y criminal. Sin embargo, Ansaru cuenta con el apoyo directo de Al Qaida en el Magreb Islámico (en noviembre, el propio Gobierno británico denunciaba los lazos entre la nueva facción y la red terrorista global), por lo que sus acciones disponen de mayor planificación, red de contactos y, sobre todo, armas», destaca Zakari.

Precisamente, solo unos meses antes de la generación del nuevo grupo, Naciones Unidas denunciaba cómo el conflicto de Libia había servido de retroalimentación a las milicias armadas que operan en la región africana del Sahara y el Sahel.

«A pesar de los esfuerzos (de las democracias regionales) para controlar sus fronteras, grandes cantidades de armas y municiones de los arsenales libios fueron introducidos de contrabando en la región desértica», denunciaba el informe realizado por un panel de control de la propia ONU. En él se detallaba todo tipo de material de guerra, de granadas a misiles antiaéreos. «Las armas fueron desviadas por ex combatientes libios, tanto regulares del Ejército como mercenarios que combatieron en nombre de Muammar Gadafi», añadía.

Casualidad o no, meses después sería generado el nuevo grupo. Con algunas diferencias, eso sí, con respecto a sus antecesores.

La «defensa» de los musulmanes

¿Entre las principales desavenencias? El trato despectivo que Boko Haram otorgaba a los musulmanes no radicales (de las cerca de 750 personas asesinadas por el grupo islamista en 2012, la gran mayoría profesaban este credo).

Sin embargo, los milicianos de Ansaru ya se ha comprometido adevolver la «dignidad» y «no convertir en objetivo» de esta yihad globalizadora a sus correligionarios religiosos.

De turistas occidentales, mejor no hablar.

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