Adriana Bórquez hizo dura crítica al lavado de imagen que los medios de comunicación tradicionales hacen al enclave germano que sirvió como centro de detención y tortura durante la dictadura de Pinochet. Dijo que sintió asco al ver el remate de bienes y cómo se frivoliza el tema, sin que nadie haga nada por la justicia y la reparación.
Por maría Elba Troncoso
Reviviendo una vez más la pesadilla que sufrió en el campo de tortura de Colonia Dignidad y con un sentimiento de horror y pesar, que se le aloja en el medio del estómago, se encuentra Adriana Bórquez Adriazola, en la foto, profesional con un Magister en sociología de la Universidad de Oxford, Gran Bretaña, tras ver la forma en que se ha tratado en los medios de prensa tradicionales el remate de los bienes de Colonia Dignidad y el poco compromiso para lograr justicia.
La profesional escribió una carta pública para desahogar su dolor luego de ver "impactada" cómo se frivoliza un tema tan doloroso para cientos de familias: "Sentí igual que los nazis que hacían carteras y pantallas de luz con la piel humana en los campos de concentración".
En conversación con Cambio21 dijo que "estalla" cada vez que se dice Colonia Dignidad en los medios y como se está tratando de lavar la imagen, pero no se hace nada por la justicia. "Vi el remate en televisión y me indignó especialmente cuando decían que había que limpiarle la cara a la Colonia Dignidad, que está estigmatizada y que hay que ayudarles". Agregó que "siento dolor, asco y un horror cada vez que salen en televisión con su turismo ecológico y sus kugenes."
Recordó que en la jornada del martes fueron a dejar una carta a La Moneda para pedir la intervención del presidente Sebastián Piñera, sin embargo los periodistas no se preocuparon de eso, ni de los avances de la investigación o las gestiones ante la embajada de Alemania para extraditar a Hartmutt Hopp, sino de revivir los detalles de su dolor. "Esto es morboso, que poco delicado, que poco humano, cuando todo Chile sabe lo que es una tortura, preguntarle a una mujer vieja que debe ocupar una silla de ruedas qué sintió. Eso es ser morboso, cruel y sin moral."
La necesidad de justicia
Adriana piensa que todo este lavado de imagen contrasta con el nulo deseo de llegar a una verdadera justicia y reparación. "A veces siento que me voy a morir y no voy a ver la justicia, pero al ver a mi hija, mis nietos y los nietos de otros compañeros que no están, tengo esperanzas. Al igual como pasó en la Alemania nazi, luego de un par de generaciones es la juventud la que toma la bandera de la ética y las reivindicaciones morales."
"Nosotros no necesitamos que nos tiren unos cochinos pesos, necesitamos justicia, que los culpables sean reconocidos como culpables y rechazados. Yo no quiero que ellos mueran en la picana como Caupolicán, yo no quiero eso, no quiero que les duela tanto, porque nosotros luchamos por un mundo distinto y cómo vamos a querer que les pase lo mismo que a nosotros", señaló.
Agregó que "es muy contradictorio lo que siento en mi mente y en mi alma, pero odio no tengo. Siento asco de pensar cómo el ser humano puede ser así y cada vez que veo en la televisión este lavado de imagen me da indignación".
"Por eso esta vez no me aguante ni me trague la rabia, lloré patalee sola en la casa, dije garabatos por el campeonato y después me puse a escribir", señaló al referirse a la carta que redactó una vez que vio en la televisión el remate de los bienes de la ex colonia.
La red de protección
Adriana Bórquez afirmó que la verdad se sabe, pero que la red de protección de la ex colonia impide que se haga justicia. "Aquí hay una concomitancia, un compromiso de la clase poderosa, económica, política, judicial y de todas las iglesias. Son tantos los intereses creados y los techos de cristal que impiden que se llegue realmente a poder castigar".
"A la verdad se ha llegado, pero se ignora. Se condena a alguien y después se le deja libre para que se vaya a Alemania (como pasó con el segundo líder del enclave, Hartmutt Hopp), ahora que el diputado Ignacio Urrutia (UDI), pida tratamiento especial es indignante. Ahí es cuando se ve quien es quien", reflexionó.
Respecto a posibles muestras de arrepentimiento consideró que "los que apoyaron a Colonia Dignidad no deberían hacer un mea culpa, deberían estar presos" y recordó que "Jaime Guzmán tenía su escuela ideológica, el entrenamiento de la DINA lo hizo Walter Rauff (general nazi que se escondió por décadas en Chile) en Colonia Dignidad, todo en concomitancia con los que ostentan el poder desde la época de Pinochet y algunos hasta ahora como el senador Larraín (se refiere al parlamentario UDI)".
"Toda esta gente que está protegiendo esta inmoralidad me sobrepasa. Yo les diría que no sean tan inmorales, que piensen en en sus hijos y en sus nietos. En qué les van a dejar", reflexionó.
Los trágicos hechos
El 23 de abril de 1975 hicieron una redada en Talca y reunieron cerca del Estadio fiscal de Talca a un grupo de detenidos, entre los que se encontraba Adriana Bórquez, quien recuerda así esos duros momentos:
"Nos subieron a un bus y después de pasar unas barreras nos hicieron bajar. En ese momento me tiraron arriba de mis compañeros y se me corrió la capucha, ahí vi las paredes blancas, y las camillas de la ambulancia blanca. Ahí nos trasladaron desde la puerta de la Colonia hasta el galpón subterráneo donde estuve 24 días con sus 24 noches.
"En ese subterráneo estábamos todos los del bus, que venía lleno, ahí estaban también los chicos de la juventud, después llegaron otros detenidos y otro grupo de mujeres. Yo estuve tanto tiempo y entendía alemán, por lo que supe desde muy luego donde estaba.
"Fue feroz, fue terrible. Me descompone mucho, pero a través de mi vida ese 23 de abril lo he tenido que revivir demasiadas veces".
El texto de la carta
El siguiente es el texto de la carta de Adriana Bórquez dirigida a los periodistas:
Srs. Periodistas
Les escribo cuando apenas consigo contener el ataque de indignación, frustración y tristeza que me provocaron las noticias en TVN sobre el remate de objetos de Colonia Dignidad.
Entre los objetos en pantalla, al compás de la voz melosa del notero de turno que hablaba de la necesidad de blanquear la imagen estigmatizada de la C.D., de una nueva vida...cual ducho martillero público recomendaba la mercadería de "recuerdos" que mañana se podrán adquirir en Parral.
¡Y ahí lucía la blanca ambulancia de los colonos, adquirida en 1972! Yo tomaba once en la soledad de mi morada; casi me atraganté de ofuscación: ¡la ambulancia en que realizamos el trayecto entre el bus que nos sacó de Talca, hasta el galpón subterráneo donde sufrimos horrendas torturas, de manos de alemanes y agentes de la DINA!
¡La rematan! Cierto que estamos en chilito y que aquí puede suceder cualquier barbaridad... pero hay que tener cojones para atreverse a desafiar de esta manera el dolor de cientos de chilenos, el asesinato, el desaparecimiento...¡Hay que tener, realmente, estómago de buitre!
Desde que fui echada al exilio, ya en el 76, comenzó mi lucha de denuncias, exposición de lo más íntimo de mí, la lucha por conseguir que se haga Justicia en este país de mierda. No hubo organización que no interpelara, ni ciudad de Europa occidental a donde no llevara el clamor de mi pueblo...¡37 años de una existencia humana! y casi 4 décadas de vivir con la tortura a cuestas.
¡Y ahora, mañana, rematarán la ambulancia que me trasladó al infierno en abril de 1975!
Quiero que Uds. sepan, quiero que Chile entero lo sepa...Quiero que sintamos la vergüenza de ser tan horrorosamente "light".
No nos defrauden, también Uds., ayúdenme a despertar a esta frívola sociedad
Adriana Bórquez Adriazola.
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