sábado, 25 de julio de 2015

Turquía bombardea al PKK en Irak y vuelve a atacar al Estado Islámico

Aviones turcos atacan posiciones de la milicia kurda

Turquía se suma a la guerra contra el Estado Islámico en Siria


ANDRÉS MOURENZA Estambul 25 JUL 2015 - 11:31 CEST


Cazas del Ejército turco bombardearon durante la pasada noche posiciones del grupo armado kurdo Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK) en las montañas del norte de Irak. De forma simultánea, atacaron posiciones del Estado Islámico (EI) en Siria por segundo día consecutivo, después de sumarse este viernes a la guerra contra el grupo yihadista. "No permaneceremos callados ante la actividad de las organizaciones terroristas", declaró el primer ministro turco, el islamista moderado Ahmet Davutoglu.

El grueso de los ataques se centró en las bases de la organización kurda, una operación en la que participaron nueve F-16 que partieron desde la base aérea de Diyarbakir (sureste de Turquía). Según un comunicado de la mesa de gestión de crisis establecida por el Gobierno de Ankara, los objetivos –campos de entrenamiento, bases y baterías antiáereas- fueron “golpeados de forma efectiva” por las bombas turcas en las áreas de Zap, Metina, Gara, Avasin-Basyan, Sinath Haftanin y Hakurk, inmediatamente al otro lado de la frontera turco-iraquí, y también en el macizo montañoso de Kandil, situado un centenar de kilómetros al interior de Irak, junto a la frontera iraní, donde se encuentra el cuartel general del PKK.

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De acuerdo a fuentes militares citadas por la cadena CNN-Türk, la operación aérea contó con apoyo de fuego de artillería pesada desde el lado turco de la frontera, donde las Fuerzas Armadas mantienen estacionados numerosos tanques y baterías.

Medios kurdos cercanos al PKK han confirmado los bombardeos, que se prolongaron hasta el alba, aunque aseguran que la mayor parte de los objetivos alcanzados son aldeas y estructuras civiles. Ninguno de los dos bandos ha ofrecido, por el momento, una estimación de bajas sufridas.

Por otro lado, los ataques al Estado Islámico se dirigieron a la zona en torno de la localidad siria de Ar Rai, fronteriza con Turquía, la misma que fue alcanzada el viernes. Hasta ahora, Ankara había mantenido una postura ambigua respecto al grupo extremista, pero las presiones de Washington le han obligado a tomar partido y a acordar abrir su base de Incirlik a los aviones de la coalición en su guerra contra el Estado Islámico.

De acuerdo al diario turco Sabah, las dos noches consecutivas de bombardeos en Siria han provocado que las posiciones yihadistas se alejen unos kilómetros de la frontera. Residentes de la parte turca de la zona citados por este medio aseguran haber visto a los militantes del EI hacer estallar varios edificios en su retirada.

El Gobierno turco defendió que estas operaciones “transfronterizas” están amparadas por el “derecho internacional” y su “derecho a proteger la soberanía nacional”, y explicó que la ONU, la OTAN y países socios y amigos fueron informados de los ataques a través del Ministerio de Exteriores. El Ejecutivo dirigido por Davutoglu mantiene una política de equiparar a PKK y EI como organizaciones terroristas que amenazan Turquía, aunque ambas también están enfrentadas, como muestra el reciente atentado yihadista contra un centro kurdo en Suruç, que causó una treintena de muertos.

Durante el último año, el Gobierno turco ha visto con disgusto como las milicias kurdo-sirias YPG y el propio PKK ganaban reputación internacional por su lucha contra el Estado Islámico en Siria e Irak, recibiendo incluso ayuda de EE UU. El Ejecutivo islamista moderado ha recordado en numerosas ocasiones que el PKK se encuentra en la lista de organizaciones terroristas de Washington y Bruselas, instando a sus socios occidentales a alejarse de las milicias kurdas, algo que no ha conseguido, para su mayor frustración. El doble ataque de esta noche demuestra que, aunque Ankara haya accedido a luchar contra la organización yihadista, no cejará en la presión contra el grupo armado kurdo, lo que contribuirá a incendiar la ya de por sí tensa región.

El ataque en Irak supone un duro golpe al frágil proceso de paz iniciado en secreto en 2012 entre el Estado turco y el PKK, ya muy tocado desde hace meses por la falta de avances en las negociaciones y por la decisión del grupo kurdo de poner fin al alto el fuego decretado en marzo de 2013. En los últimos días, el PKK, que reclama una mayor autonomía para la región mayoritariamente kurda del sureste de Turquía, ha reivindicado el asesinato de dos policías y un civil supuesto simpatizante del EI, y se le atribuye también la muerte de un agente de tráfico y de otro civil, así como el secuestro, durante la pasada noche, de un policía que viajaba junto a su familia entre las localidades de Diyarbakir y Bingöl.

La noticia de los bombardeos provocó manifestaciones de simpatizantes del PKK en varios puntos del país, que fueron reprimidas por las fuerzas de seguridad y degeneraron en disturbios. Varios puestos de policía fueron atacados con explosivos de fabricación casera en diversas localidades del sureste del país.

Las macrooperaciones policiales contra células de diversos grupos armados yihadistas, kurdos e izquierdistas han proseguido durante la noche, ampliándose a 22 provincias, y el saldo de detenidos asciende ya a 590, según el primer ministro. Numerosas cuentas de Twitter y Facebook ligadas al EI y al PKK han sido bloqueadas. Al mismo tiempo, el Gobierno ha ordenado bloquear el acceso a las páginas web de varios prestigiosos medios izquierdistas y pro-kurdos, como Sendika.org o Yuksekova Haber. "No daremos permiso para que nadie altere el orden público y todos los que lleven a cabo actividades ilegales serán castigados", ha dicho Davutoglu.

La gran manifestación de condena del atentado de Suruç, convocada por organizaciones pro kurdas para este domingo, ha sido prohibida por la delegación del Gobierno. Y los sindicatos denuncian que también se están registrando sedes de organizaciones que nada tienen que ver con grupos terroristas, como la del sindicato de profesores Egitim-Sen.

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