lunes, 24 de agosto de 2015

Tucumán vota entre irregularidades y quema de urnas

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El kirchnerismo arrasa en Tucumán entre denuncias de irregularidades

Con el 67% escrutado, el oficialista Juan Manzur saca 14 puntos a la oposición


CARLOS E. CUÉ San Miguel de Tucumán 24 AGO 2015 - 11:44 CEST


Tucumán, la cuna de la independencia argentina, tierra de intelectuales, escritores y cantantes, se ha convertido en el centro de una gran batalla política en este país. Tanto que los dos grandes candidatos, el kirchnerista Daniel Scioli y el opositor Mauricio Macri, viajaron hasta la más pequeña de las provincias argentinas, aunque quinta en población (1,1 millones de votantes) para seguir de cerca el resultado de las elecciones a gobernador de esta región. A las 6:00, en un lentísimo escrutinio y con el 67% ya analizado, el kirchnerismo estaba exhibiendo su poder al arrasar el Tucumán con más del 54%, 14 puntos por encima de la oposición. Horas antes, Scioli y el candidato oficialista, Juan Manzur, habían celebrado con fuegos artificiales desde la Casa de Gobierno. La oposición sin embargo no reconocía la derrota y pedía suspender el escrutinio provisional por posible fraude. El premio de la consolación para la oposición sería la vicoria en el ayuntamiento de la capital, San Miguel de Tucumán.

Entre denuncias de todo tipo de irregularidades, de compra de votos con bolsas de comida y una enorme tensión política, miles de coches pagados por los distintos candidatos circularon durante todo el día para llevar a ciudadanos a votar. Un periodista de televisión fue golpeado de forma salvaje por haber grabado la entrega de bolsas de comida a votantes en una sede peronista. Y en varios pueblos se quemaron urnas antes y después del recuento, cuando algunos comprobaron que el resultado no favorecía a su grupo.

La tensión fue especialmente grave en San Pablo, a 20 kilómetros de la capital, donde se quemaron 28 urnas, hubo pedradas y varias personas heridas en una aparente guerra interna entre dos sectores del peronismo. Los colegios electorales fueron durante todo el día una muestra del caos de estas elecciones: más de 20 fiscales (interventores por cada urna), más de 100 papeletas distintas en algunos cuartos oscuros, y una batalla voto a voto.

Pero lo más importante para las cúpulas políticas era el resultado, que no iba a llegar hasta la madrugada por la complejidad del recuento. Y ahí ambos se daban por ganadores.

“Lamento la campaña que se ha hecho previendo un resultado adverso opositor. Esperemos los resultados y respetemos la voluntad popular, tenemos datos esperanzadores, espero que Cambiemos [la alianza de Macri] reconozca la derrota”, aseguró Scioli nada más llegar a Tucumán en el avión presidencial, algo muy inusual y polémico, que su equipo justifica porque viajaba con miembros del Gobierno como Aníbal Fernández, el jefe de Gabinete.

Horas después, llegaba Macri y se centraba en los incidentes. "Nos llegan denuncias que expresan muchísima violencias. Le pido al gobernador Alperovich que garantice el escrutinio en paz. Se lo pido también a Daniel Scioli que está en Tucumán. Este es un sistema electoral perverso y tramposo, pero a pesar de todo estamos haciendo una enorme elección", aseguró Macri.

"Hay algunas situaciones puntuales que repudiamos pero está actuando la fuerza policial", señaló el candidato oficialista, Juan Manzur. "No hagamos terrorismo, de 3.400 urnas ha habido problemas en 40. La elección no está en manos del Gobierno sino de la justicia, garantizo la total transparencia", aseguró el gobernador, José Alperovich.

"Son capaces de cualquier cosa con tal de no perder sus privilegios, ya dijo el senador Mansilla que de su puesto solo lo sacaban muerto", sentenció el candidato opositor, José Cano, en un ambiente de creciente tensión. Tanta que la oposición reclamó la suspensión del escrutinio provisional por "graves anomalías" para ir directamente al escrutinio definitivo en los próximos días.

Los tucumanos han votado al sucesor del gobernador Alperovich después de 12 años de control total de la provincia. Alperovich fue siempre un fiel aliado con los Kirchner, que llevan los mismos años que él en el poder y también lo dejan ahora. Además había 25.000 candidatos para 345 cargos legislativos y hasta 500 partidos diferentes, en un confuso sistema electoral que muchos ven como insostenible.

Tucumán muestra con claridad las enormes dificultades que tiene la oposición para ganarle al peronismo. En las primarias de hace dos semanas, Macri logró un buen resultado en Buenos Aires y en otras provincias ricas de Argentina. Pero en el Norte, la zona más pobre del país, Macri obtuvo un resultado desastroso y en Tucumán perdió por más de 20 puntos frente a Scioli. Si no logra reducir esa brecha en el norte en los próximos dos meses, la derrota es casi segura. Por eso Macri va a volcarse en estas provincias del Norte donde el peronismo domina el territorio después del hundimiento del radicalismo, el otro gran partido histórico de Argentina, tras la crisis de 2001.

Tucumán se convierte así en un laboratorio donde la oposición ha logrado lo que no consiguió a nivel nacional: una unidad total. Incluso buena parte del peronismo se ha aliado con la oposición para derrotar a Manzur, el sucesor de José Alperovich, que ha manejado con mano de hierro durante 12 años la provincia. Manzur ha sido ministro de Salud de Kirchner, y sufrió un proceso por enriquecimiento ilícito del que fue sobreseído. La política tucumana, como es habitual en Argentina, está dominada por hombres de alto nivel económico.

Alperovich es el epítome del cacique del interior argentino. Hombre muy rico, ha visto crecer su fortuna durante su mandato. Cuando llegó al poder, tenía algunos concesionarios de coches. Ahora es casi imposible comprar un coche en Tucumán sin que sea suyo. Pero además ahora tiene campos de soja, fresas, arándanos, empresas de obra pública, y otros intereses. Alperovich es una prueba además de la facilidad de los políticos argentinos para cambiar de bando. Fue radical, y cuando vio que el radicalismo se hundía, se hizo peronista. Antes de ser gobernador ya estaba en el poder como ministro de Economía.

Su familia casi al completo está en la política. Su mujer, Beatriz Rojkés, se hizo famosa hace unos meses cuando le gritó “yo tengo 10 mansiones y estoy acá, vago de miércoles”, a un hombre afectado por las inundaciones que le protestaba por la ausencia de soluciones. Ella es senadora y auténtico poder en la sombra de la provincia. La mujer de Scioli, Karina Rabolini, ha hecho mítines con ella en esta campaña. En el Gobierno de Alperovich hay dos primos que son secretarios de Obras Publicas y Desarrollo Social, y otra hermana de su mujer que es ministra de Educación. Un yerno controla el ministerio de Salud.

Tucumán tiene una larga historia de caciques. De hecho es la única provincia argentina que en democracia eligió en las urnas como gobernador a un miembro destacado de la dictadura, Domingo Bussi, que entonces, en 1995, había sido indultado y después fue condenado de nuevo. Uno de sus hijos se presenta ahora a gobernador aunque con muy pocas opciones.

Algunos dirigentes hablan del "folclore electoral tucumano" que hace que lo que en otras provincias sería un escándalo aquí parezca normal. Lo cierto es que el montaje para controlar las elecciones hace muy difícil imaginar qué habría pasado si la gente hubiera votado como en otros lugares.

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