martes, 1 de septiembre de 2015

España asesora a Cuba en la gestión de impuestos

Pesos cubanos en un mercado de La Habana. / REUTERS

Dos funcionarios de La Habana recibieron adiestramiento en julio en la Agencia Tributaria

JUAN JESÚS AZNAREZ Madrid


España colabora en la transición de Cuba hacia una economía con mayor presencia del sector privado asesorando en la gestión de los impuestos abonados por el medio millón de autónomos registrados desde 2010. Dos funcionarios de la Administración Tributaria del país caribeño viajaron a Madrid en el mes de julio para recibir adiestramiento en la Agencia Estatal de Administración Tributaria de España (AEAT). Los tipos impositivos son protestados por los emprendedores cubanos, que los consideran excesivos.

Los dos funcionarios de la Oficina de Administración Tributaria de Cuba (ONAT) viajaron a España para conocer las pautas españolas de control del contribuyente. Un mes antes, otra delegación cubana había recibido información en Madrid sobre la regulación del sector agroalimentario, fundamental en la isla, que importa 2.000 millones de dólares (1.785 millones de euros) en alimentos, pero pretende multiplicar la producción interna para ahorrar divisas. La formación recibida servirá para afinar en la isla el diseño de la carga tributaria aplicada a las cooperativas privadas y al casi medio millón de autónomos registrados desde que el Partido Comunista de Cuba (PCC) aprobó el trabajo por cuenta propia en 2010.

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Remando contracorriente porque la picaresca y el desvío de recursos, los robos al Estado, son prácticas arraigadas en Cuba, su Gobierno pretende que la población entienda que la probidad y el pago de impuestos son deberes sociales que financian las gratuidades dispensadas por el Estado. Pero como la ciudadanía en todo el mundo acostumbra a ser desobediente y mentirosa, y poco dispuesta purificarse, el ennoblecimiento de las conciencias tributarias es coercitivo. Al haberse inventado en España muchos de los embustes contables detectados en la isla, la AEAT asesora en el manejo del polígrafo fiscal: en la gestión, inspección y recaudación de impuestos.


Transición económica


La transición económica de una nación con los medios de producción en manos del Estado es compleja. Pretende conjugar progreso, beneficios y justicia tributaria en una sociedad donde el rápido aumento de la capacidad adquisitiva de decenas de miles contrasta con las apreturas de los hogares asalariados en pesos, limitado acceso al dólar y sin familiares en el extranjero dispuestos a echarles una mano. No sorprende, por tanto, el malabarismo oficial para evitar las afrentas ideológicas y los agravios comparativos entre los 11,5 millones de nacionales.

Con los ojos como mangos al leer las etiquetas de venta de dos Peugeot 206 y 508, 67.000 y 234.000 euros respectivamente, los cubanos agolpados en los concesionarios oficiales, no parecían entender que los prohibitivos precios de hace un año constituían, de hecho, un teorizante impuesto al lujo, un valladar. Las liberalizaciones comienzan a traducirse en el surgimiento de nuevos ricos y desigualdades antes inexistentes pero inevitables cuando el modelo económico, obligado a la creación de riqueza, se aleja de las tesis marxistas para adentrarse en estructuras de perfil capitalista.

El Gobierno fomenta los negocios privados y el cooperativismo con medidas modernizadoras, entre ellas la banca electrónica para facilitar tramitaciones, pero paralelamente se aprueban restricciones que acotan el enriquecimiento excesivo. Las jactancias de algunos pavoneándose con móviles iPhone 6, ropas de marca y consumos suntuarios, exasperan en los ámbitos refractarios a transformaciones que rompen esquemas en una nación con medio siglo de igualitarismo y centralización.

En mayo, los trabajadores por cuenta propia eran 504.613, según cifras oficiales. La carga tributaria sobre ellos es demasiado elevada y desalienta, según quienes se sienten ahogados. Los autónomos cubanos pagan hasta el 50% de los ingresos anuales superiores a 2.000 dólares, cuando el promedio latinoamericano ronda el 27%, según el economista Lorenzo Pérez, exfuncionario del FMI.

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