lunes, 26 de octubre de 2015

Arnold Schwarzenegger: “Soy progresista en lo social”

Arnold Schwarzenegger en Burbank, California, en 2014. / MARIO ANZUONI (REUTERS)

Trece veces míster Universo. Estrella de Hollywood, donde generó más de 3.500 millones de euros. Y durante ocho años, entre 2003 y 2011, gobernador de California
Ahora, a sus 68 años, cuestión de no quedarse quieto, se halla embarcado en una cruzada medioambiental y en el proselitismo del ‘fitness’


JOSEBA ELOLA 26 OCT 2015 - 00:00 CET


Arnold Schwarzenegger es un tipo que tuvo una visión. Un hombre que abandonó ese pequeño pueblo de su infancia, Thal, en Austria, con la ilusión de convertirse en estrella del culturismo y de Hollywood. Sus sueños se hicieron realidad y dejaron machacona huella en su discurso. Enarbola sin el menor atisbo de apocamiento la retórica del éxito conseguido a base de sacrificio, convirtiendo su periplo vital en un pequeño manual de autoayuda que divulga allá por donde va: no te quedes en la zona de confort, sal y haz lo que debas hacer, no temas al fracaso, desafía tus límites. Su padre, un oficial nazi, quería convertirlo en policía. Y él, se podría decir que, a su manera, le correspondió: dedicó media vida a empuñar un variopinto repertorio de pistolas.

El sol ilumina la madrileña Casa de Campo en esta mañana del mes de octubre y una furgoneta con los cristales tintados surca los alrededores del pabellón de cristal, lugar donde se celebra el Arnold Classic, evento del culturismo y el fitness que nació en Columbus, Ohio, y que tiene en Madrid su cita europea. El hombre que protagonizó Desafío total (1990), de Paul Verhoeven, desciende del vehículo con paso determinado. Pantalón beis y polo marrón, cinco guardaespaldas le custodian.

Su diligente jefe de prensa le flanqueará durante esta entrevista, que intentará acortar cuando se presentan las preguntas incómodas.

Schwarzenegger se conserva estupendo. Queda claro que levantarse todos los días a las 5.30 para hacer ejercicio permite acercarse a los 70 con buen paso. Al principio de la entrevista, le cuesta establecer contacto visual. Responde a las primeras preguntas mirando a la ventana.


No tiene la prodigiosa voz de
Constantino Romero, el hombre que le doblaba en Terminator, pero su registro es profundo y grave, idóneo para papeles de malo. A pesar de llevar 47 años viviendo en Estados Unidos, conserva parte de su acento austriaco. Sobre todo, al pronunciar la uve doble, que articula como una uve.

Señor Schwarzenegger, explíquele a alguien que no tiene ni idea de culturismo cuál es el misterio de esta disciplina, qué es lo que le hizo sentirse atraído por ella. Lo que a mí me atrajo fue ir a ver de pequeño las películas del hombre más fuerte del mundo, Hércules. Me dije: “Wow, ¿es esto posible? Yo quiero verme así”. Aprendí todo lo que pude de Reg Park, que fue tres veces míster Universo y consiguió protagonizar las pelícu­las de Hércules gracias a su físico. Cuando leí su biografía, sentí que acababa de recibir el manual para mi vida. Practicar cinco horas de ejercicio al día como él, convertirme en campeón del mundo de culturismo; hacerme actor de cine gracias a ese campeonato; llegar a ser una estrella de cine; ganar millones de dólares, ser rico y famoso…

¡¿Tuvo usted esa visión?! Sí, tuve esa visión a los 15 años. Reg Park descubrió el mundo para mí. Yo era un chico nacido en un pequeño pueblo de Austria. Y todo se fue haciendo realidad poco a poco. Me convertí en el míster Universo más joven de la historia, gané 13 veces el campeonato, me propusieron entrar en el negocio de las películas… Y cuando lo conseguí sentí que debía llevar la antorcha para inspirar a millones de jóvenes de todo el mundo. Mi cruzada ya no fue solo la del culturismo, sino transmitir que puedes conseguir cualquier cosa que te propongas. Tienes que tener una visión, tienes que creer en ti mismo, tienes que trabajar a destajo, tienes que aprender a no conformarte con los noes porque todo el mundo te va a decir que es imposible. Estas son las reglas del éxito, esto es lo que tienes que hacer, puedes hacerlo.

El actor, en plena exhibición de músculos, en 1966 en Santa Mónica. /GETTY

Pero no fue fácil. En sus memorias cuenta que, cuando expresaba su deseo de ser actor, se reían de usted por su acento, por su cuerpo… Me daba igual. Cuando tienes una visión, solo miras al frente: a los lados ves a la gente que se ríe, a los que tienen dudas, pero tienes tu objetivo bien claro. Por eso yo digo: no hagas caso a las personas ­negativas, no te sientas herido porque alguien se ría de ti.

En su última película, Maggie, interpreta usted el personaje más vulnerable de toda su carrera, ¿resulta ese papel más cercano al auténtico Arnold Schwarzenegger? Es parte de mí. Todos tenemos una parte vulnerable, una parte victoriosa, una parte dura, una parte dulce, o inocente. Como en Los gemelos golpean dos veces, donde hice el papel del Arnold inocente. En Comando, Depredador, Terminator, ves al otro Arnold, el Arnold brutal. Ahora tengo hijos. Leí el guion y me dije: “Si esto le ocurriera a mi hija…”.

Contó usted en el festival de Tribeca que lloró al leer el guion… Es cierto. Empecé a imaginarme en esa situación. Qué frustrante debe de ser para un padre que todo el mundo se quiera deshacer de su hija porque tiene un virus de zombi. Cuando te haces mayor, te das cuenta de muchas cosas. Con 20 años no sabes lo que es ser padre. Pero a los 60 ya has pasado por todos esos retos que plantean los hijos. Esta era una película que no podría haber hecho hace 20 años.

En los últimos tiempos está muy activo en el frente del cambio climático. Fundó usted en 2010 una ONG, R20 Regions of Climate Action [regiones de acción por el clima], se reunió hace un año con François Hollande. La decisiva cumbre de París está a la vuelta de la esquina, en diciembre: ¿qué es lo que el mundo aún no ha comprendido? Yo creo que la pregunta es: ¿qué es lo que el movimiento medioambiental no ha comunicado aún? Porque yo creo que el mundo, al final, lo entendería. Cuando se habla del cambio climático global, suena a algo del futuro. Y la gente siente más su día a día: tengo que conseguir comida para mi familia, para pagar las facturas. Mi queja con respecto a la comunidad medioambiental es que debemos decirle a la gente que la polución que se está creando ahora mismo está matando a siete millones de personas al año. Los accidentes de coche, los suicidios, los homicidios, todo eso no se acerca ni mucho menos a siete millones de personas. Esta es la causa número uno de muerte hoy, la polución. De eso habría que hablar y escribir, así todo el mundo se alarmaría. Yo lo he visto en California. Cuando hablábamos del riesgo de salud, la gente empezaba a apoyar las leyes medioambientales.

Hablando de California, usted, como gobernador, pasó de una agenda política más conservadora a una más orientada hacia el centro. Fue, de hecho, un republicano atípico. ¿Cómo ve esa etapa ahora que ha pasado un cierto tiempo?Se puede decir que eso es ser un republicano atípico o no. Porque la carpa republicana es una carpa grande; tenemos gente en la izquierda, en el centro, en la extrema derecha. Lo mismo que ocurre en el Partido Demócrata. En California, hay demócratas tan conservadores que no han aprobado las leyes medioambientales que presentó el gobernador Brown. Yo era mucho más práctico, sentía que no debíamos quedarnos atascados en la ideología, sino que era necesario servir a la gente. Si había que hacer algo, daba igual que fuera considerado como una idea liberal o progresista, lo importante era que se tratara de una buena idea. Yo siempre he sido muy abierto en este sentido y, cuando haces eso, tienes enemigos en la izquierda y en la derecha.

Bueno, pero sí fue atípico: pro causa gay, pro aborto, concienciado con el medio ambiente… Y a la vez se declaraba usted heredero de Milton Friedman en lo económico… Así es. En lo social fui de pensamiento más progresista, y en lo económico, financiero y presupuestario, era mucho más conservador. Creo firmemente que debemos vivir con los medios que tenemos; y da igual lo que digan, no podemos gastar el dinero que no poseemos porque, en última instancia, alguien tendrá que pagar por ello. ¿Por qué querríamos que futuras generaciones pagaran por nuestros errores?

Usted expresó su deseo de ser presidente de Estados Unidos a pesar de que no es posible al no haber nacido allí. ¿Aún lo sigue deseando? Yo estaría ahí en el plató debatiendo con los demás candidatos si hubiese nacido en Estados Unidos, porque creo que lo puedo hacer tan bien o mejor que ellos, y podría explicar cuál es mi visión del futuro de América y del mundo. Así que cuando veo los debates, pienso que es una lástima no poder estar allí arriba; al mismo tiempo, soy consciente del hecho de que todo lo que he conseguido ha sido gracias a ese país, y es probablemente el único trabajo que no puedo hacer por cómo es Estados Unidos, por su Constitución, así que todo bien.

¿Cuál cree que es el mejor candidato para la presidencia? ¿De cuál se siente más cercano? Es muy pronto para decirlo. Creo que todos ellos han desempeñado su puesto mejor que nunca. Los candidatos son cada vez más inteligentes en sus planteamientos, en su comunicación. Pero no estoy de acuerdo al 100% con ninguno de ellos. Una combinación de todos ellos daría para un buen candidato.

El final de su mandato fue un momento clave para usted, confluyeron muchos factores, ¿cómo vivió aquella etapa, que, creo, fue una de las más duras de su vida? Lo que la hizo dura fue la recesión. Recuerdo que Warren Buffett me dijo: “Arnold, esta pelota no va a rebotar hasta pasados siete u ocho años”. Fue una época desastrosa.

                                                           
                                    Arnold Schwarzenegger
Nació en un pequeño pueblo de Austria, Thal, en 1947. Hijo de un oficial de policía, abrazó el culturismo como pasaporte a la fama, y lo consiguió. Conan el Bárbaro, que rodó en España en 1982 (con Jorge Sanz haciendo de pequeño Conan), fue su primer éxito. ConTerminator, en 1984, reventó las taquillas y se convirtió en icono del tipo duro de pelar. El que fuera gobernador de California entre 2003 y 2011 considera que uno no consigue hacer nada en el día si no se levanta antes de las 5.30. Tiene una máxima formulada por Eleanor Roosevelt: “Cada día, haz una cosa que te dé miedo”.

En su libro de memorias, habla de lo duros que fueron aquellos días también como marido [se separó de Maria Shriver, su esposa de los últimos 12 años, al descubrirse que tenía una hija fruto de su relación con una empleada del hogar; lo contó en Total Recall: My Unbelievably True Life Story (Memoria total: la increíble historia de mi vida) y algunos le criticaron por dar tanto detalle, sobre todo, por hacer que sus hijos se enteraran de todo]. Me pregunto si lamenta alguna de las cosas que hizo o que escribió en sus memorias. No, no lamento nada de lo que hice. Creo que [silencio]…, eh, la economía estaba como estaba y yo intenté hacer todo lo que pude. Siempre es doloroso tener que recortar en educación o en sanidad. En el ámbito personal, por supuesto que lamento los errores que he cometido, pero es fácil ver las cosas a toro pasado; si hubiera podido viajar en el tiempo, me habría dicho a mí mismo que hay determinadas cosas que no hay que hacer.

El Papa estuvo de visita recientemente en Estados Unidos. Pidió al Congreso que se acabe con la pena de muerte. ¿Qué opina? [Schwarzenegger resopla; traga saliva] Siempre he apoyado la pena de muerte. Creo que hay cierta gente que no es capaz de vivir en este mundo, sea cual sea la razón: enfermedad mental, o algo que hace que haya que encerrarlos, solos en una jaula, en una prisión. En California hay pena de muerte, la gente votó por ello con una mayoría clara. Y la tenemos porque hay una diferencia entre los que matan a una persona –cualquiera puede cometer errores, y van a la cárcel de por vida, lo que significa que a los 20 años pueden salir– y alguien que mutila, lentamente, cuerpos de mujeres, y las viola, estrangulándolas y enterrándolas vivas en la basura… En casos como ese, yo creo que no hay razón por la cual deberíamos seguir alimentando a esta persona, manteniéndola encerrada, ¿qué sentido tiene eso? A individuos como esos es mejor dejarlos marchar.

¿Y cómo afrontó estas situaciones en su etapa de gobernador? Son decisiones difíciles. Pero es lo que ocurre cuando lideras una comunidad de 38 millones de personas. No todo el mundo puede hacer este trabajo. Recibes llamadas por la noche y te preguntan: “¿Quieres perdonar a esta persona o sigues adelante con la ejecución?”. Son decisiones muy difíciles, pero yo estaba preparado para tomarlas, y estaba totalmente convencido de que tomaba la determinación adecuada. No hacemos eso con todo el mundo; solo con algunos individuos que cometieron crímenes atroces. En cualquier caso, comprendo perfectamente al Papa.

¿Le comprende? Totalmente. Todo el mundo lucha por lo que es mejor para su posición. Yo, como gobernador, representaba al pueblo y eso era lo mejor que podía hacer. El Papa está en una posición en que debe hablar de Dios, de la Iglesia. Y yo escucho con gran placer sus ideas.

La entrevista está llegando a su fin. Han transcurrido 25 minutos y llegan las ­primeras señales de que los 30 minutos pactados pueden quedar en menos; el jefe de prensa se revuelve en su silla. Abordamos un ­asunto que causó polémica. En las últimas horas de su mandato, Schwarzenegger ­redujo la pena de cárcel del hijo de Fabián Núñez, influyente abogado del Partido Demócrata. El joven Esteban Núñez, adolescente que se declaró culpable de matar (junto a Ryan Jett) a puñaladas a otro joven, Luis Santos, en las calles de Los Ángeles, vio así su condena reducida de 16 a 7 años por obra y gracia del gobernador de California. Desde distintos sectores se le acusó de someterse a las ­presiones de alguien con buenas conexiones.

La CNN realizó un reportaje poniendo en entredicho su actuación en el caso de Esteban Núñez. La justicia resolvió que usted no hizo nada que no pudiera hacer, pero me gustaría saber qué tiene usted que decir ante esa denuncia.No tengo necesidad de decir nada. Ya he hecho declaraciones a este respecto, así que no voy a dedicar tiempo, aquí, en España, a explicar algo así que ocurrió en California.

Terminada la entrevista, el jefe de prensa se acercará y nos pedirá la dirección de correo electrónico para enviar el comunicado que Schwarzenegger emitió tras adoptar su decisión. Dice así: “La muerte de Santos es trágica, y no descarto la gravedad del delito. (…) Teniendo en cuenta el papel limitado de Núñez en el asesinato y la ausencia de antecedentes penales, creo que su sentencia es desproporcionada en comparación con la de Jett. Los términos más bajos para homicidio voluntario (tres años) y asalto con un arma mortal (dos años cada uno) serían más apropiados a la luz de estas diferencias”. En el correo se añade: “El gobernador tomó esta decisión después de una extensa revisión e investigación llevada a cabo por sus asesores jurídicos (…).

A pesar de la incomodidad, Schwarzenegger permanece sentado y acepta seguir hablando un par de minutos más.

Oiga, y usted, a estas alturas de la vida, después de todo lo que ha hecho, ¿con qué sueña? Mi sueño ahora es hacer que la gente esté sana y en forma; y crear un mundo en el que apoyemos las energías renovables, en el que podamos vivir de la abundancia del sol, de fuentes de energía que nos permitan prescindir del petróleo y de esa polución que mata a tantas personas.

elpaissemanal@elpais.es

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