sábado, 27 de febrero de 2016

Curas asesinados en dictadura

Crímenes sin Dios ni ley

Por Mario López M - 
27/02/2016 

Nadie se salvó de la ferocidad represora tras el golpe de 1973. Cinco sacerdotes fueron brutalmente torturados y luego masacrados. Algunos aún continúan desaparecidos. Llegó la hora de la verdad.

Como no existía razón para hacerlos aparecer como violentistas, inventaron caídas accidentales que habrían causado la muerte. En otros casos los abandonaron o bien los hicieron desaparecer. Muchos de esos actos vandálicos permanecen impunes.

Salvo la situación del padre André Jarlan, ultimado por una bala loca disparada por fuerzas de carabineros en la población La Victoria, los otros casos fueron crímenes absolutamente planificados, tanto en la detención ilegal, el secuestro, las torturas brutales a que los sometieron y las ejecuciones sumarias. Incluso su desaparición.

Los sacerdotes Joan Alsina, Miguel Woodward, André Jarlan, Miguel Llidó y Gerardo Poblete, son 5 víctimas de la más cruel de las dictaduras de América, la chilena, comandada por Augusto Pinochet y que contó con la complicidad de militares y civiles, que se mantiene hasta hoy. 


P. Gerardo Poblete: Una "caída mortal"

Corría la tercera semana de octubre de 1973, específicamente fue el día 21 de ese mes cuando el cura salesiano de 31 años dejó de existir producto de las heridas que le provocaron las inhumanas torturas a que fue sometido. El sacerdote que se desempeñaba a cargo de la cátedra de filosofía en el colegio de la orden en la ciudad de Iquique, había sido detenido después del golpe y se encontraba bajo el poder de carabineros.

Un comunicado publicado en los medios de comunicación del Departamento de Relaciones Públicas de la Zona de Estado de Sitio de la Provincia de Tarapacá, el 25 de ese mes consumó la impudicia: "El domingo 21 de octubre de 1973 a las 17:20 horas y ante una denuncia de que existía gente en actitud sospechosa en la parte alta del Colegio Don Bosco, carabineros procedió a revisar el lugar haciendo a su vez un allanamiento del recinto. En el registro se encontró en el dormitorio del padre Poblete, numerosa literatura marxista, armas contundentes y alguna munición motivo por el cual se llevó detenidos a Gerardo Poblete Fernández, sacerdote y a Ricardo Francisco Salgado Torres, empleado, ambos profesores de ese colegio".

El comunicado daba cuenta de lo increíble: "Frente a la Prefectura de Carabineros y al bajar del furgón que los conducía el padre Poblete que iba esposado resbaló en la pisadera cayendo pesadamente al pavimento, sin consecuencias iniciales aparentes, por lo que fue conducido al interior de la Comisaría donde se le mantuvo en un calabozo mientras se interrogaba a Salgado. A las 19:50 horas del mismo día se le fue a buscar al calabozo para ser interrogado, encontrándosele inconsciente. Fue conducido a la enfermería donde se comprobó su muerte".

El periódico "El Tarapacá" de esa misma fecha ponía la guinda en la mentira, dando cuenta que : "Ambos detenidos se declararon de tendencia socialista, afectos al gobierno de la Unidad Popular e incluso el padre Poblete manifestó ser de ideología Marxista". ¿De dónde obtuvo esa "confesión" el periódico? Extraño, porque según las autoridades el sacerdote nunca fue interrogado.

La verdad se impone

Pasaron muchos años antes de que se supiera qué había acontecido con el religioso. "Esta Comisión ha podido formarse convicción que el padre Gerardo Poblete fue víctima de violación de sus derechos humanos por parte de agentes del Estado, quienes al interior de un Recinto de reclusión lo interrogaron y torturaron hasta poner término a su vida", concluyó el Informe Rettig, luego de recibir las pruebas del caso.

El prefecto de carabineros Enzo Meniconi, quien resultara ser uno de los responsables del crimen (luego sobreseído por muerte), era apoderado del mismo colegio donde instruía cátedra el cura Poblete. Testigos relatan que en una reunión de curso, Meniconi ante la molestia de los apoderados por los hechos, llegó a vociferar: "¡¡¡...que les pasa, si nosotros no hemos matado a nadie!!!". . Meniconi alcanzó a ser procesado por el ministro Daniel Calvo, muriendo poco tiempo después.

El magistrado logró determinar que el sacerdote "fue detenido sin que existiera orden judicial o motivo que lo justificare". En las dependencias judiciales "fue interrogado usando golpes de pies, puños, culatazos y otros elementos contundentes situación que en definitiva en el caso del sacerdote Poblete Fernández le produjeron la muerte".

P. Antonio Llidó: Desaparecido hasta hoy

El sacerdote, de nacionalidad española, fue detenido aproximadamente el 24 de septiembre de 1974, por agentes de la DINA. Se presume que el secuestro se originó en una parcela ubicada de los alrededores de Santiago. Testigos dan cuenta de su paso y martirio por los centros clandestinos de detención de calle José Domingo y posteriormente de Cuatro Alamos. Desde allí se perdió su rastro alrededor del 25 de octubre de 1974.

Los testigos dan cuenta que en el recinto de José Domingo Cañas, fue cruelmente torturado, sabiéndose su condición de sacerdote: "El sacerdote se encontraba muy mal de salud, sufría frecuentes hemorragias estomacales, sin embargo su ánimo era muy bueno y se dedicaba a reconfortar a los demás prisioneros (...) Al cabo de unos días, tenía grandes dificultades para moverse a consecuencia de los golpes y la aplicación de electricidad en todo el cuerpo durante varias horas seguidas; tenía hemorragias internas y desgarros musculares".

Sanguinarios

"En una ocasión fue auscultado por un médico de la DINA, el cual recomendó su hospitalización inmediata, recomendación que fue rechazada por un Oficial de apellido Morel (Marcelo Moren Brito) quien respondió que ello no era posible por cuanto los interrogatorios no habían concluido". Otros sobrevivientes de Cuatro Álamos, relataron judicialmente que Llidó "había sido víctima de aplicaciones prolongadas de golpes eléctricos y golpizas de todo tipo mientras permanecía maniatado a un camarote metálico. Por su condición de sacerdote, las torturas de que era objeto, estaban marcadas por el sado-sexualismo".

El padre Antonio Llidó fue más tarde procesado en la causa A-637 de la Fiscalía Naval de Valparaíso, imputado de ser militante del MIR. En el colmo del cinismo, fue declarado rebelde suspendiendo la tramitación de la causa hasta su presentación o aprehensión. La misma dictadura lo había hecho desaparecer. Los tribunales que en su oportunidad sobreseyeron el caso por la Ley de Amnistía, condenaron más tarde a cuatro ex miembros de la plana mayor de la DINA por el secuestro calificado registrado a fines de 1974. Esta es una de las causas donde Augusto Pinochet alcanzó a ser desaforado. Pero también les rebajó las penas.

P. André Jarlan: "murió leyendo la Biblia"

Los días 4 y 5 de septiembre de l984, el país se remecía por una protesta popular. Aquellos días murieron ocho personas y hubo cientos de heridos. Era la "Décima Jornada de Protesta Nacional". Una de las víctimas fue el sacerdote francés André Jarlan, ultimado de un tiro en la cabeza mientras leía la Biblia en su pieza, al interior de la emblemática y popular Población La Victoria.

Según testimonios judiciales, la tarde del 4 de septiembre, un grupo de periodistas se encontraba en la intersección de las calles 30 de octubre y Ranquil, al interior de la población La Victoria, cubriendo los acontecimientos del día de protesta. De pronto efectivos de Carabineros se acercaron por calle 30 de octubre, y ahí uno de los funcionarios policiales realizó disparos "al aire".

"Carabineros dispararon hacia las casas de La Victoria que son casas de bastante débil resistencia. Donde estaba el padre André era un segundo piso de madera, entonces la bala como la que le dispararon era de fusil, atravesó todas las paredes y cayó en la cabeza de André, quien en ese momento estaba en su pieza leyendo la biblia", recordó Monseñor Alfonso Baeza, en su oportunidad a Cambio21. La investigación judicial dejó establecido que el arma que disparó la bala que mató al sacerdote, provino de una pistola ametralladora que portaba un carabinero.

Así lo consignó el ministro en visita Hernán Correa de la Cerda, antes de declararse incompetente. El caso pasó a la justicia militar. Y ahí por cierto se diluyó toda la investigación y al final no resultó nadie responsable y Carabineros no asumió ningún tipo de responsabilidad.

P. Joan Alsina: "el grano de trigo"

El sacerdote español de 31 años era intensamente buscado tras el golpe y no se ocultó, a pesar de saber que su vida corría peligro. El mismo escribió antes de ser aprehendido que sabía que su seguridad estaba en riesgo: "Cristo nos acompaña siempre, dondequiera que estemos (...) si el grano de trigo no muere, no da fruto". El nombre de Joan Alsina apareció mencionado en uno de esos bandos militares de la época por los cuales se ordenaba la presentación ante las fuerzas militares que dominaban el país.

Fue detenido en su lugar de trabajo el Hospital San Juan de Dios el 19 de septiembre de 1973. Solo unas horas más tarde, golpeado y sangrante, fue llevado hasta un puente del río Mapocho, allí fue masacrado a tiros. La investigación judicial determinó que el suboficial Donato López dio la orden de matarlo. Y el joven soldado Nelson Bañados, de apenas 18 años, cumplió la orden.

Así lo relató al juez: "Saqué a Juan (Alsina) del furgón y traté de vendarle los ojos. Pero Juan me dijo 'por favor, no me pongas la venda. Mátame de frente, porque quiero verte para darte el perdón'. Fue muy rápido todo. Recuerdo que levantó su mirada al cielo, hizo un gesto con las manos, las puso luego sobre su corazón, movió los labios como si estuviera rezando y dijo: 'Padre, perdónalos'. Yo le disparé la ráfaga... lo hice con la metralleta para que fuera más rápido".

El cuerpo del religioso por la fuerza de los impactos quedó recostado sobre las barandas del puente Bulnes. El soldado Bañados sólo lo empujó levemente para que cayera a las aguas. El río Mapocho se convirtió en la muda tumba. El suboficial fue condenado a 5 años de cárcel. El soldado Bañados, no resistió su conciencia y el recuerdo de la mirada del cura Alsina, bendiciéndolo y perdonándolo, antes de morir. Y se suicidó.

P. Miguel Woodward

A pesar de su apellido, el padre Miguel era chileno, su madre se había casado con un inglés. Estudió en Europa y siendo muy joven (18) se tituló de ingeniero civil, regresando luego a Chile, donde ingresó al seminario. El obispo Raúl Silva Henríquez lo ordenó sacerdote.

"¿Cuántas puntas tiene una cruz?", preguntaba a gritos el oficial de Marina que interrogaba... Cuatro, respondía con dificultad el sacerdote prisionero que era torturado... Entonces, cuatro culatazos", ordenaba el oficial. Así lo relataron testigos de su padecimiento. Los vejámenes y maltratos terminaron casi por destruirlo en vida, la que le fue arrebatada por un disparo en el pecho, presumiblemente al interior del buque escuela Esmeralda. El las fuerzas navales que lo ultimaron declararon luego que el sacerdote había sido encontrado muerto en la vía pública.

Su cuerpo no fue entregado a sus familiares. Su hermana Patricia declaró: "Mi hermano fue detenido por miembros de la Inteligencia Naval, aproximadamente el 16 de septiembre de 1973, en su casa... Fue conducido a la Universidad Santa María, ocupada por la Armada para mantener a los detenidos. Allí durante doce horas fue golpeado y sumergido en agua de la piscina. Según testigos, estaba en el suelo tiritando de frío mientras un teniente ebrio, lo interrogaba".

La Esmeralda

Por su parte el infante de Marina José Manuel García Reyes confesó que fue llamado por el teniente Montenegro al costado sur de la piscina. "Allí se encontraba un hombre arrodillado con el rostro y brazos curvados hacia el suelo. Recibí la orden de interrogarle. Lo obligué a mirarme a los ojos y me impresionó mucho porque era como ver a Jesucristo, y no he podido sacar nunca más ese episodio de mi mente... El teniente Montenegro se encontraba muy molesto y portaba un arma de fuego que ponía en la frente del sacerdote y ante sus gritos de ‘¡Pégale!...' yo tuve que actuar".

En estado agónico producto de los golpes, el padre Miguel fue trasladado a la Esmeralda: Según la bitácora del buque, después de una hora, ya fallecido, Woodward es llevado al Hospital Naval. El enfermero que recibió el cuerpo constató un orificio de bala en el pecho. A ese funcionario le ordenan enviar el cadáver a la morgue del Hospital Gustavo Fricke, en Viña del Mar. Allí, junto a varios cadáveres, dejaron el cuerpo del religioso y desde ese momento se desconoce su paradero. Un médico de la Armada, Carlos Costa Canessa, certificó la defunción el 22 de septiembre por paro cardiorespiratorio y afirmó faltando a la verdad, que "el cuerpo había sido encontrado en la vía pública".

La Corte Suprema sentenció solo a tres suboficiales en retiro de la Armada, por su responsabilidad en el secuestro del sacerdote Miguel Woodward, ilícito perpetrado a partir del 22 de septiembre de 1973, en Valparaíso. Las penas fueron entre 3 y 5 años.


1 COMENTARIO


DEL EDITOR JEFE: Saludos a todos, es indignante y cobarde leer el modo como actuaron las Fuerzas Armadas de Chile en contra de estos sacerdotes (5). Es preocupante constatar también las masacres ocurridas en aquel entonces. 

Los sacerdotes en su labor pastoral, en favor de los más pobres y necesitados de nuestro pueblo de Chile, NO merecieron ser asesinados con tanta vileza. No podemos los chilenos, guardar silencio ante la MEMORIA de estos hechos de violencia.

Ni los órgano encargado de investigar los delitos, ni las autoridades judiciales actuaron diligentemente en la protección de los derechos humanos de las víctimas. Muchos crímenes aún se encuentran en la impunidad, y ha faltado voluntad por esclarecerlos, en clara violación a las obligaciones internacionales que ha contraído el Estado de Chile.

"Porque tuve hambre, y me diste de comer, tuve sed, y me distes de beber; fui huésped, y me recogiste; desnudo, y me cubriste, enfermo y me visitaste..." S. Mateo 25: 35-36.

Homenaje 

"A los sacerdotes que trabajaron en los días más duro de la represión, por mencionar sólo a algunos".

Raúl Silva Henríquez, Helmut Frenz, Tomás González, Miguel Woodward, Roberto Bolton, Pablo Fontaine, Daniel Caouette, Jaime Lancelot, Rafael Maroto, Jorge Orellana, Enrique Alvear, Manuel Larraín, Esteban Gumucio, Gerardo Poblete, Ronaldo Muñoz, Carlos Puentes Mancilla, Luis García Huidobro, Lorenzo Maire, Carlos González, Rodrigo García, Fernando Vives, Pierre Dubois, José Aldunate, Blanca Rengifo, Alfonso Baeza, Rafael Larraín, Carlos Camus Larenas, Pedro María Consola, Santiago Tapia, Pablo Fontaine, Carlos Puente, Mariano Puga, Arnoldo Vega, Enrique Moreno Laval, Alejandro Goic Kármelic, José Manuel Santos Ascarza, José Gutiérrez, Gerardo Whelan, Karoline Mayer, Elena Chain Curi, Vicente Estrems Burgal, 
Omar Venturelli, +Raymond L. Tetrault, (Providence, Rhode Island), Cuchulain Moriarty (San José, California). 

Muchas gracias,

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