lunes, 16 de mayo de 2016

¿Por qué es dañino el humo de neumáticos ardiendo?

Incendio en el cementerio de neumáticos de Seseña. EFE

Los seres humamos lo queremos todo. Queremos energía a mantas, queremos viajar sin límites, queremos cada vez más comodidades en nuestras vidas. Esto está bien. ¿Por qué no desearlo?

Por Antonio Ruiz de Elvira


Pero lo que obtenemos lo hacemos a base de destrozar nuestro ambiente, de emporcar la casa en la que vivimos. Es como si cada vez que cocinamos llenamos una de las habitaciones de la casa de los residuos de la comida, de los aceites quemados, de las mondas de las frutas, de verduras podridas. Es como si vamos metiendo en esa habitación las bolsas de los aspiradores, el polvo que recogemos con la escoba, el agua de la fregona.

A base de llenar cada vez más esa habitación, acaban rompiéndose las paredes y un día tenemos que vivir con la porquería acumulada, o más bien, morir con ella.

El pasado viernes, un cementerio gigantesco lleno de neumáticos viejos en Seseña, cerca de Madrid, comenzó a arder. La habitación de los desechos había roto sus paredes y los ciudadanos de la zona comenzaron a tener que respirar el humo tóxico.

El 11 de Marzo de 2011, dos de los reactores nucleares de Fukushima entraron en estado crítico: los ciudadanos de la zona comenzaron a experimentar la llegada de radiación a sus cuerpos, al suelo, al agua.

Los neumáticos primitivos eran de caucho natural. Aún hoy algunos neumáticos siguen teniendo este caucho sacado de los árboles. Pero una enorme cantidad de neumáticos son derivados del petróleo, como los plásticos que llenan nuestros mares.

Los neumáticos contienen toda clase de productos dañinos: Aceites pesados, dioxinas, benceno, i-3-butadieno, y benzopireno. Estos tres últimos son agentes cancerígenos reconocidos. Las dioxinas son tremendamente dañinas. La diabetes esta creciendo en España. Las dioxinas son una de sus causas.

Los humos contienen micropartículas de aceites no quemados que se introducen en los bronquiolos de los pulmones y no vuelven nunca a salir de ellos: muchas más personas que antes mueren de enfisema pulmonar sin haber fumado nunca, otras muchísimas viven con bronquitis crónica.

Los humos de los neumáticos contienen metales traza: arsénico, cadmio, níquel, zinc, mercurio, cromo y vanadio. Estos metales salen con el humo y se dispersan por la región circundante, hasta kilómetros de la zona del incendio, bajando hasta los pulmones de las personas, y contaminando plantas, aguas y suelos.

Los humos de los neumáticos llevan sulfuros, óxidos de nitrógeno y compuestos orgánicos volátiles. Una auténtica porquería que, se haga lo que se haga, incidirá en la vida de miles, o cientos de miles de personas de la región de Madrid, a pesar de los mensajes de tranquilidad de los manipuladores de siempre. Nunca pasa nada. Hasta que nos morimos.

Queremos neumáticos cada vez más duraderos, más confortables, más seguros. más tóxicos. Queremos los derechos, sin reconocer los deberes. En mi universidad, en sus estatutos, los estudiantes tienen tres páginas de ''derechos'', un párrafo de deberes. Queremos disfrutar, y que los costes los paguen ''otros'', por ejemplo los inmigrantes que hay que rechazar, los negros que se están quedando sin agua en el Sahel. Otros.

Nuestra vida discurre sin darnos cuenta de cómo destrozamos la casa en la que vivimos.

Recibimos noticias todos los días: el cambio climático; las pesquerías que están desapareciendo; especies de animales que no sobreviven; las plantas invasivas desplazan a las autóctonas; los mares están llenos de plástico; nadie quiere los residuos atómicos; mejillones tigre invaden los ríos; las avispas asesinas matan a las abejas, los contaminantes están acabando con ellas; los alcornoques del sur de España están enfermos con ''la seca'', en el sur de Italia hay decenas de miles de hectáreas con los olivos muertos.

Pero no pasa nada. Leyendo los periódicos, nos quedamos asombrados de las opiniones de los ''expertos'': ''No es malo, solo se contaminarán unos kilómetros cuadrados, no hay daño para las personas...''

¿Cuándo se contarán las verdades?

Nos da igual que nos digan la verdad o que nos mientan: Como con los refugiados, morirán otros de frío, no nosotros. Como en Siria, la guerra es de otros, pongamos alambradas, muros de hormigón. Encerrémonos.

Las personas ya no leen. No se hacen sus propias opiniones, viven de lo que les dicen, de lo que les enseñan en trampantojos televisivos.

Todos deberían leer (por las televisiones no lo van a contar, se trata de que las personas vivan tranquilas, como borregos) los libros que describían el ambiente en Inglaterra antes de la primera guerra mundial: Los ingleses iban a ganar en unos seis meses. Cuatro años y millones de ingleses, franceses, alemanes, y tantos y tantos otros muertos, destrozados, para nada.

Todos deberían leer los libros que describían el ambiente en la Francia de 1938: No habría guerra, y si la hubiese, Francia pararia a los alemanes antes de que estos cruzasen las fronteras. Millones de muertos, Francia ocupada 5 años, un destrozo inimaginable, para nada.

El humo negro de los neumáticos pasa las alambradas, salta los muros. El CO2 de coches y camiones, de barcos y aviones, de centrales térmicas, sale al aire y calienta el planeta. Las especies invasivas entran en nuestros campos. Las plantas no tienen antibióticos.

Vivimos preocupados de niñerías, como quién cogerá el botín de 20.000 empleos públicos. Son niñerías porque lo cogerán unos u otros, y a los que pagamos seguirán, unos u otros, sin hacernos caso, maltratándonos, unos y otros y otros y otros.

No hacemos nada, ni para terminar con la pobreza que aumenta, ni con el destrozo de nuestra casa, del mundo en el que vivimos.

El Porqué de las Cosas es un proyecto divulgativo impulsado con la colaboración de Obra Social 'la Caixa'.

Si quiere realizar cualquier consulta que tenga que ver con el conocimiento, envíe su pregunta a: ciencia@elmundo.

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