domingo, 10 de septiembre de 2023

LA HISTORIA DE UNA SEDICIÓN

Saludos a todos,

Algunos hechos que no están abierto a interpretaciones y que no requieren de opinión. A partir de 1969 los uniformados chilenos abandonaron sus ropajes de honor, dignidad, moralidad, estoicismo, patriotismo, sobriedad y respeto a la Constitución y a las leyes soberanas, para transformarse en verdaderos enemigos del pueblo y de la nación. Durante el gobierno de Eduardo Frei Montalva, el entonces general Vieux se atrincheró en el regimiento Tacna (Santiago) negándose a aceptar el llamado a retiro efectuado por la Junta Calificadora de Oficiales del Ejército, aduciendo que su acción procuraba que el gobierno mejorase la calidad del equipamiento militar y aumentase los sueldos de los oficiales.

El levantamiento fue conocido como “el Tacnazo”. Vieux fracasó en sus intentos de arrastrar a otras unidades militares y fue pasado a retiro.

Uno de los personajes claves que impidió a los generales chilenos quienes planeaban derrocar al compañero presidente Dr. Salvador Allende fue el Comandante en Jefe del Ejército chileno, René Schneider, quien fue asesinado durante un fallido secuestro perpetrado por militares derechistas.

El crimen planificado del Comandante de la Marina y Edecán Arturo Araya Peeters del presidente Allende, ocurrido en la calle Fidel Oteiza –entre Marchant Pereira y Carlos Antúnez– de la comuna de Providencia fue, en definitiva, una bien montada operación terrorista de inteligencia y desestabilización política. Organizada por la extrema derecha junto a grupos fascistas y ultras nacionalistas insertos en las Fuerzas Armadas.

Al finalizar el año 1973, los generales Lutz y Oscar Bonilla habían chocado frontalmente con el coronel Contreras, jefe de la DINA, por el trato dispensado a los prisioneros en “Tejas Verdes”. Ello, les costaría finalmente, la vida a los dos generales. “¡Señores, la DINA soy yo!” gritó Pinochet golpeando la mesa. ¿Alguien más quiere pedir la palabra?”, diría Pinochet en una reunión secreta del generalato.

Cada mes moría un general, un coronel o un alto oficial, siempre en extrañas circunstancias. En marzo de 1974 había fallecido en el Hospital Militar el general de la Fuerza Aérea, Alberto Bachelet, padre de la expresidenta de Chile, como consecuencia de las torturas y golpizas sufridas durante los continuos interrogatorios.

En septiembre de 1974 muere asesinado el general Carlos Prats en Buenos Aires junto a su esposa, Sofía Cuthbert, producto de una bomba puesta en su propio coche. Se supo posteriormente que fue víctima de la DINA quién cumplió instrucciones precisas del propio Pinochet. En esa época se produjo también el asesinato del mayor Mario Lavanderos, crimen ordenado por el siniestro equipo de la DINA.

El mayor Lavanderos, a cargo de una sección del Estadio Nacional cuando este recinto fue utilizado como un Campo de Concentración, decidió entregar al entonces embajador de Suecia en Chile, “Harald Edelstam”, un grupo de 54 ciudadanos uruguayos que se encontraban detenidos en ese campo deportivo.

Actualmente, algunos uniformados luchan estoicamente para que sus instituciones, sus casas matrices, recobren las características que alguna vez les distinguieron entre sus pares de América. Pero, la historia les juega en contra, por mucho que una muchedumbre de políticos traidores a la ciudadanía, yanaconas al servicio del imperio en las sombras (La Agencia Central de Inteligencia CIA, sigla en inglés), reconvertidos a la fe neoliberal y leales al empresariado transnacional, tratan de tapar el sol con un dedo y que es con el mismo dedo de la mentira que emana de aquellos medios de prensa que controlan y administran al servicio al mejor postor.

Dentro de este contexto, mientras en Chile la simulación no cambie, la corrupción nos seguirá envolviendo. Estamos insertos en un país de mentiras, una niebla que envuelve a todos los colores políticos, no existe interés de cambiar, todos juran ser limpios de manos y moral, siempre la culpa es del otro. Debe ser muy bueno ser senador o diputado, la clase política no tiene horario, no tienen jefe, no le rinden cuentas a nadie, ganan más que el 99,99% de los chilenos.

Para que el CHILE de hoy evolucione, tienen que existir personas nuevas, con nuevas ideas, nuevas conciencias y más importante de todo, con nueva ética. Ética verdadera y basada en principios ampliamente aceptados. Tenemos que encontrar y formar personas preparadas, sanas y dispuestas a sacrificarse por el bien de la patria. No a ir a enriquecerse con los privilegios y las prebendas que reciben, sino comprometidos con un futuro de libertad, democracia y esperanza de hacer realidad hoy más que nunca, el sueño de las “Las Grandes Alamedas del Hombre de la Nueva Generación”.

"Hay que encontrar un modo de preservar a las generaciones venideras de la avaricia o inhabilidad de la presente”.

Para mayor información puede contactar al autor quien aún 
sigue en el exilio escribiendo a: juancarloscjusa@yahoo.com


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